El ex mandatario, de 85 años, fue juzgado en primera instancia por un tribunal de El Cairo por corrupción, acusado de haber desviado, junto a sus hijos Gamal y Alaa, que fueron condenados a cuatro años de prisión, 125 millones de libras egipcias (el equivalente a 18 millones y medio de dólares) del presupuesto de los palacios presidenciales.
Mubarak también está siendo juzgado, en otro caso separado, por la muerte de manifestantes durante la revuelta que a principios de 2011 puso fin a sus 30 años de poder absoluto.
En este otro juicio por "complicidad de homicidio" corre el riesgo de ser condenado a cadena perpetua, la pena que se le impuso en primera instancia en junio de 2012 antes de que un tribunal superior ordenara que volviera a realizarse el juicio.
Los juicios de Mubarak, muy mediáticos al principio, están actualmente eclipsados por los de su sucesor, el islamista Mohamed Mursi, el único presidente elegido democráticamente en Egipto, pero derrocado hace 11 meses por el jefe del Ejército.
Mursi y prácticamente todos los dirigentes de los
su organización, se exponen a ser condenados a la
en varios juicios, y el gobierno dirigido de facto por el Ejército está llevando a cabo una
de sus partidarios.