Mientras los flashes se centran en los 12 estadios que albergarán los 64 partidos del Mundial y en las estrellas que participarán de la cita, de la talla de Lionel Messi, Cristiano Ronaldo, Andrés Iniesta y Franck Ribéry, hay una situación que preocupa desde hace varios meses en el país organizador, pero que no recibe la misma lupa: los violentos desalojos que se realizan en los puntos de menor poder adquisitivo para llevar adelante las obras de infraestructura para la Copa del Mundo y los Juegos Olímpicos de Río en 2016.
Las zonas más carenciadas de las 12 ciudades que recibirán al certamen fueron las más afectadas por estos crueles desalojos que, en muchos casos, violaron los derechos de las familias que sacaron del lugar con la intención explícita de realizar mejores en los alrededores de los estadios, pero implícita de llevar adelante una supuesta 'limpieza social'.
Para el Mundial del 2014 y los Juegos de 2016 no sólo se refaccionaron estadios o se crearon nuevas canchas, sino que también se llevaron adelante construcciones para mejorar los medios de transporte, aeropuertos, seguridad, turismo y diferentes servicios. En esas obras, los que terminaron 'pagando' fueron los sectores de menos recursos del país, fundamentalmente los habitantes de algunas favelas, quienes serán desalojados.
Según cifras que revelaron desde la Articulación Nacional para la Copa del Mundo, un organismo que nuclea a los ciudadanos que protestan contra los efectos negativos de estas dos competencias, unas 250 mil personas perdieron su hogar o podrían perderlo en el futuro.
Por este motivo, se llevaron adelante diferentes marchas en puntos claves de la región, buscando que estas cosas tomen notoriedad. Una de ellas paralizó el metro en Río, intentando frenar un desalojo a casi 50 familias que se alojaban en favelas cerca del mítico Maracaná.