Los fabricantes de armas están intentando sacar tajada del rearme del norte de Europa en reacción a la crisis ucraniana, que según los analistas podría animar al resto del continente a reforzar sus defensas frente a Rusia.
Suecia fue el primer país en anunciar, en abril, un aumento de su gasto militar en los 10 años venideros en respuesta a la incorporación de Crimea a Rusia. Polonia, que está modernizando sus ejércitos, ha decidido adelantar dos años la compra de 82 drones de diferentes tipos, para recibir los primeros en 2016.
"Estamos asistiendo a una división de Europa entre los países del norte y los países del oeste, que procuran convencerse de que la crisis va a pasar", sintetiza Jean-Pierre Maulny, director adjunto del Instituto de Relaciones Internacionales y Estratégicas (IRIS), con sede en París.
Maulny recuerda que ya a fines del año pasado, Suecia, Finlandia, las repúblicas bálticas y Polonia pidieron -en vano- que Europa reorientara su estrategia de seguridad hacia la defensa de los territorios.
Estos países estaban preocupados por el refuerzo de las capacidades militares rusas en la zona ártica y las numerosas maniobras militares de la aviación rusa.
Según Maulny, "si llega a haber una intervención rusa en el este de Ucrania, es probable que el cambio observado en los países del norte se extienda al resto de la Unión Europea".
Competición entre fabricantes
Las limitaciones presupuestarias, en estos tiempos de austeridad en Europa, son un obstáculo para el rearme. Pero Maulny cree que podría haber una derogación que permita sacar el gasto en armamento de la contabilidad de los Estados.
Michael Clarke, del Royal United Services Institute (RUSI), un centro de reflexión británico, cree que en unos años "las potencias europeas de la OTAN tal vez van a gastar más en defensa, porque Ucrania no es una crisis pasajera, sino que constituye un giro, dado que ha habido una modificación de las fronteras por la fuerza".
No obstante, puntualiza, la decisión de invertir en armamento puede llevar aún uno o dos años. Este inicio de rearme ha suscitado el interés tanto de los industriales norteamericanos como de los europeos, muy bien situados.
Suecia, por ejemplo, quiere más cazas Grippen, fabricados por su constructor nacional Saab, submarinos -hechos en su territorio por una filial del grupo alemán Thyssen Krupp Marine Systems- y misiles de crucero Taurus, de fabricación germano-sueca.
Los fabricantes norteamericanos tienen el campo más expedito en Polonia. "Después de la entrada de los rusos en Crimea, los estadounidenses no tardaron en hacer propuestas atractivas a los polacos", apunta Maulny.
En este sentido, la presidente de Lockheed Martin, Maryllin Hewson, estuvo la semana pasada en Varsovia para hablar de sistemas de defensa antimisiles.
Otro grupo estadounidense, Sikorsky, está en competición con el europeo Airbus Helicopters y el italiano AgustaWestland para vender helicópteros a Polonia.
Varsovia, que en 2003 decepcionó a los industriales europeos al eligir el avión de combate norteamericano F-16, piensa ahora que ya no le interesa depender exclusivamente de Washington, según los analistas de la revista especializada IHS Jane's.
"El programa de rearme 2013-2022 prevé compras a un amplio abanico de proveedores, principalmente de Estados Unidos, Europa e Israel, con la máxima participación posible de la industria local para garantizar una mayor autonomía a largo plazo", afirma el estudio de mercado de los analistas de IHS Jane's.