Ruth atiende el teléfono emocionada. Se le nota en la voz. Exclama cuando se le dice que el llamado es de la Argentina. "Es una locura, voy a necesitar 5 secretarias para atender todos los llamados", bromea desde su casa en Miami.
Ruth Alcalá vive en los Estados Unidos hace 34 años. Hasta allí llegó con su marido para estudiar y decidieron quedarse a vivir. "Pero toda mi familia está en Caracas, yo quería que el mundo se enterara. Ojalá seas mi voz en la Argentina, necesitamos que se sepa".
Todo comenzó el 24 de febrero, ya habían pasado veinte días de represión, y la angustia por el silencio del presidente estadounidense empezaba a crecer en Ruth.
Según ella misma cuenta, escribió la carta de una ciudadana venezolana americana que le pedía a él ("como su presidente y como hombre") que condenara lo que sucedía en Venezuela. Los días pasaban y no recibía respuesta, así que juntó valor e hizo 121 copias, que mandó una por una de manera individual. "Directamente por correo a la Casa Blanca. Les puse sello y las envié".
"Tengo un centro de ayuda humanitaria en Kendall (Miami), y el vicegobernador de Florida prometió hacérsela llegar a Obama si lograba muchas firmas". Así logró el respaldo de 1.400 personas. "En la calle, a los amigos, a todos les pedía", cuenta Ruth.
Finalmente fue el gobernador republicano Rick Scott quien le llevó la carta al presidente y a un congresista demócrata, Joe García, quien ofició de mensajero. "Los nombro a los dos porque republicanos y demócratas me ayudaron", dice casi al final de relato. Es que Ruth no quiere olvidarse de ningún agradecimiento. Esa respuesta llegó el 27 de abril.
"Mi petición era que condenara públicamente al gobierno de Nicolás Maduro, porque no se había pronunciado. En su carta, me dice que está ayudando a que se resuelva el problema a través de socios internacionales. Me dice que le pidió al gobierno de Venezuela que suelte a los presos y que no criminalice las protestas opositoras".
"Cuando la abrí ayer, me di cuenta de que recibí una carta para el pueblo de Venezuela. No es mía, es de todos nosotros. Yo tenía fe en que podía haber algo, pero esto es demasiado. Por fin el mundo se está dando cuenta de lo que está pasando en Venezuela".
"Es una locura", repite varias veces en los 20 minutos que dura la conversación con Infobae. "Esto no es para mí, es para el pueblo venezolano. La carta es personal, sí, pero es para todos. Yo sólo soy la voz de los venezolanos", dice nuevamente emocionada.
Mientras conversamos, se escucha de fondo cómo suenan los teléfonos. "Tengo que seguir con mi vida, mañana tengo que trabajar", dice entre risas... risas de felicidad.