Los familiares de los 270 desaparecidos del naufragio del buque surcoreano Sewol protagonizaron este sábado escenas de angustia y desconsuelo tras observar cómo se sumergía bajo las aguas el último fragmento del casco que quedaba visible.
Ahora está a 30 metros de la superficie, volcado 180 grados y bajo una espesa mancha de combustible derramada por su propio tanque de gasolina, lo que dificulta al extremo la visibilidad en la búsqueda de cuerpos.
Casi al mismo tiempo, la noticia del hallazgo de tres cadáveres flotando a la deriva llevó la cuenta de fallecidos a 32, mientras que los buzos han avistado otros tres cuerpos a través de un cristal en su recorrida por el barco, pero no han podido acceder al lugar donde se encuentran.
Las imágenes del trabajo submarino y las del hundimiento del transbordador se vieron en las pantallas del polideportivo, así como las de prácticamente todos los hogares de un país en vilo desde el accidente del miércoles.
Los parientes de las víctimas, congregados bajo la mirada constante de las cámaras de televisión en un gimnasio de la cercana ciudad costera de Jindo, al suroeste del país, agotaron así parte de sus esperanzas de que todavía se encuentren sobrevivientes más de 72 horas después de hundirse el barco.
La desesperación y el dolor de los familiares que siguen las acciones de rescate por pantalla gigante
Este nuevo revés, unido a que los buzos no han logrado penetrar en el Sewol para realizar una búsqueda exhaustiva, hace casi imposible que puedan hallarse supervivientes en el buque hundido que mantiene atrapadas en su interior a 272 personas, la mayoría jóvenes de 16 y 17 años.
Las autoridades han comenzado a solicitar a los parientes que se sometan a la extracción de muestras de ADN, informó la cadena Arirang TV, para identificar a los fallecidos.
La petición ha sentado mal entre algunos de los familiares, que se han negado al considerar que no es de utilidad para salvar a sus seres queridos.
Casi todos ellos aún mantienen esperanzas y, frente a las cámaras de televisión, piden mayores esfuerzos en el rescate al considerar que quizá sus hijos, hermanos o nietos todavía están respirando en una fortuita bolsa de aire formada dentro de la nave.
Varios monjes budistas, por su parte, se han congregado para orar por los desaparecidos en el puerto de Jindo, donde está la base de los servicios de rescate.
Mientras, al menos cuatro grúas esperan en los alrededores para recuperar el Sewol con la ayuda de un dique flotante, aunque todavía no han entrado en acción por el miedo a que un movimiento brusco en la nave acabe con las vidas de posibles supervivientes que se hallaran dentro.
El naufragio del miércoles deja de momento 270 desaparecidos, 32 muertos y 174 personas puestas a salvo, según los últimos datos oficiales de este sábado, después de que el Gobierno corrigiera nuevamente a la baja el número de rescatados tras ofrecer cifras erróneas durante los tres primeros días.