El primer ministro australiano Tony Abbot dijo el sábado que la búsqueda intensiva del avión malasio quizás continúe "por mucho tiempo", ya que no se detectaron nuevas pruebas y las emisiones electrónicas se debilitan rápidamente.
Además, agregó que aunque la zona de búsqueda se había reducido considerablemente, ubicar algo a 4,5 kilómetros de profundidad –donde se cree que podrían estar los restos-, se trata de "una tarea gigantesca".
Las
declaraciones de Abbot del sábado son más moderadas que las del día viernes,
cuando había dicho que estaba "muy seguro" de que las señales sonoras
detectadas por un dispositivo especial de la Armada de EEUU procedían de las
cajas negras del Boeing 777.
Aunque el sábado reiteró esta creencia, agregó que continúa siendo ardua la labor de encontrar al avión que desapareció el 8 de marzo cuando se dirigía de Kuala Lumpur a Beijing.
Después de analizar la información de satélite, las autoridades creen que la aeronave, en la que viajaban 239 personas, se desvió de su curso por razones desconocidas y cayó en el sur del océano Indico, al oeste de la Costa de Australia.
Los equipos de búsqueda trabajan afanosamente porque las baterías que alimentan a las balizas localizadoras duran sólo un mes y ese espacio de tiempo ya ha pasado. Encontrar las grabadoras cuando se extingan las baterías será extremadamente difícil debido a la gran profundidad en la zona.
Dos señales que captó hace una semana el barco australiano Ocean Shield, que remolca el localizador de emisiones electrónicas, coincidían, según se dijo, con las señales emitidas por cajas negras. Un par de señales más fueron detectadas el martes en la misma zona.
"Podremos reducir la zona de búsqueda a la menor dimensión posible"
"Debido a que se debilitan con rapidez las señales provenientes de las cajas negras, lo que hacemos ahora es intentar captar otras", expresó Abbot. "De esta manera podremos reducir la zona de búsqueda a la menor dimensión posible", apuntó.
La actual zona de búsqueda en el lecho marino tiene 1.300 kilómetros cuadrados, casi el tamaño de la ciudad de Los Angeles.
Los investigadores pretenden ubicar la localización exacta de la fuente de las señales -o lo más cerca posible- para enviar después un robot sumergible a fin de que busque los restos del aparato.
Sin embargo, el submarino no será desplegado hasta que las autoridades estén seguras de que ya no se captan otras señales electrónicas.
El sumergible Bluefin 21 tarda seis veces más en cubrir la misma zona que el localizador de señales. Esto significa que necesitaría entre seis semanas y dos meses para abarcar la zona submarina.
Las señales provienen además desde una profundidad de 4.500 metros, que es la mayor a la que puede descender el Bluefin.
La zona de búsqueda de restos flotantes fue reducida a 41.393 kilómetros cuadrados en el mar, a unos 2.300 kilómetros al noroeste de Perth. Diez aviones y 14 barcos participaban el sábado en la búsqueda de la aeronave perdida de Malysia Airlines.