La historia del Partido Justicialista es parecida a la historia de la fuerza política que desde 1945 busca dominar toda la escena nacional, pero no es exactamente la misma. Es su herramienta electoral, como le gustaba a Perón, que despreciaba el debate institucional partidario. Es la máquina que se pone en funcionamiento cada vez que viene la etapa electoral. Pero los años fueron transformando al PJ en lo único permanente que tiene el peronismo, el instrumento para llevar a una casta política cada vez más conservadora a la gestión de una nueva crisálida.
?No siempre se llamó Justicialista. Desde 1947 hasta 1955 el partido en el poder se llamaba Partido Peronista, el único que en forma institucional llevó el nombre de su líder vivo, una excentricidad que no compartió con ningún otro populismo, ni de izquierda ni de derecha, en ningún tiempo y lugar. Perón ganó en el 46 con el Partido Laborista, pero ya en el gobierno se negó a compartir las decisiones políticas con el sindicalismo dueño del sello, y quiso tener un partido propio, que primero se llamó Partido Único de la Revolución Nacional (PURN), pero como sonaba feo, Raúl Apold le sugirió que le pusiera el nombre con que se designaba a sus partidarios en la calle.
?La Revolución Libertadora prohibió el uso de la palabra peronista. Y Perón, ya en el exilio, empezó a llamar Justicialista a su movimiento, aunque sólo en 1971 llevó formalmente ese nombre, al obtener la personería por una ley del gobierno de facto.
?En el 2014, cuando la mayoría de los peronistas parecen convencidos de que Cristina Fernández de Kirchner no tiene un delfín para sucederla, decidieron apretar el acelerador y, previa consulta a ella y a Carlos Zannini, uno de los apoderados del PJ, pusieron la maquinaria en marcha. Porque el cuento de que el secretario Legal y Técnico los "sorprendió" a los gobernadores en su buena fe cuando se realizó el asado en el quincho de Remonta y Veterinaria, lo hizo correr José Manuel de la Sota, pero todas las fuentes consultadas aseguran que era lo acordado, porque se trataba de dar comienzo a la normalización del partido, que Zannini integra.
?El gobernador cordobés se debate entre volver al redil peronista, ahora que el kirchnerismo está de salida, o participar en unas PASO con Sergio Massa, donde perdería, obviamente, pero podría reciclarse hacia una Cancillería, por ejemplo, si el ex intendente de Tigre ganara la presidencial. La posibilidad de que De la Sota se vaya con Massa encendió las luces rojas en el oficialismo. No porque lo quieran especialmente, sino porque tomaron la decisión de evitar todo drenaje al FR. Tanto es así que esta misma semana De la Sota estuvo en Casa Rosada para recibir parte de la deuda de la Nación con su provincia. Y se comprometió a ser amable con Massa el lunes, cuando vaya a Córdoba, sacarse alguna foto, pero sin realizar ningún anuncio político.
?En realidad, lo que aterra al peronismo es sólo una cosa: perder. Y ven cada vez más cerca esa posibilidad si Massa insiste en su armado propio. Por eso consiguieron una eximición de pena de parte de la Presidenta y Zannini, que les permita colocar al PJ en un lugar protagónico en la transición con miras al 2015, y convocar a todos los sectores.
?¿Cómo se hace eso? Es fácil. Tienen la receta aprendida. Lo han hecho cantidad de veces, y sólo falló en aquel famoso congreso donde hubo un debate de "alta peluquería". "Estaba todo tan arreglado que se fue al carajo", recuerda destornillándose de la risa un protagonista de ese momento, y de este también.
?Como temen que se les venga la noche, decidieron convocar al congreso del PJ para "normalizar" el partido. Es cierto que los mandatos están vencidos desde 2012. Pero no lo es menos que la jueza electoral María Romilda Servini de Cubría no los apuraba en absoluto y sólo esperaba la solución política posible, como otras tantas veces.
?En el 2003 aceptó una Comisión de Acción Política, presidida por Eduardo Fellner y, en otro momento, que el presidente del Congreso Nacional partidario, Eduardo Camaño, se hiciera cargo de la presidencia del PJ en forma transitoria. Incluso discutió con la dirigencia peronista el nombre del interventor 2004-2008, Ramón Ruiz, que fue la salida que se le encontró al dilema de que Néstor Kirchner se negaba a presidir el partido mientras fuera presidente y nadie se animaba a hacerlo, por miedo a caer bajo la furia de sus colmillos. Es decir, que los hiciera papilla.
?En el 2008 Kirchner aceptó presidir el PJ y los peronistas creyeron que, finalmente, había llegado el tiempo del país normal. La vicepresidencia fue para Daniel Scioli, y se crearon vicepresidencias para Jorge Capitanich, Hugo Moyano, Beatriz Rojkes de Alperovich y Sergio Urribarri. Todos los gobernadores, más Juan Cabandié, Carlos Kunkel, Juan Carlos Dante Gullo, Julio de Vido y Antonio Caló, fueron de la partida. Nadie quedó afuera. Pero Kirchner perdió como candidato a diputado de la provincia de Buenos Aires en el 2009 y renunció, dando un portazo. Al poco tiempo regresó, pero ya nada volvió a ser igual. El romance entre la estructura partidaria y el kirchnerismo duró muy poco.
?Por cortesía, le ofrecieron a Cristina presidir el PJ, y ella se negó. Dicen que recuerda los tiempos en que María Estela Martínez de Perón era la titular del partido y los congresales se negaban a reemplazarla, aunque ella viviera en Madrid y no tuviera la menor intención de regresar a la política. Ahora, la Presidenta los dejó actuar, a cambio de que no transformen los encuentros en reuniones conspirativas contra su Gobierno. ?
?Sin tiempo para perder, los peronistas del partido
armaron un cronograma preciso y urgente. En marzo, reunión de gobernadores. En
abril, reunión de la mesa ejecutiva para convocar a la normalización. El 9 de
mayo, congreso partidario, donde se reunirán más de 900 congresales de todo el
país.
?Ya se sabe que Eduardo Fellner, que no tiene intenciones de competir en ningún lugar de la fórmula, presidirá el PJ, y que debajo de él habrá 6 o 7 vicepresidencias. Gobernadores, sindicalistas y agrupaciones kirchneristas formarán parte de la nueva conducción que caducará, formalmente, en el 2018. Hay 75 cargos partidarios para repartir. Pero si se necesitan más, habrá más, por supuesto. De lo que se trata es de dejar a todos contentos.
?Algunos ya empiezan a cuestionar que en el 2015 se
vuelva a competir con el nombre del Frente para la Victoria (FPV), la alianza
que trajo Néstor Kirchner desde Santa Cruz. Por las dudas, el PJ es el dueño de
ese sello y ninguno de los partidos que lo integran -el Partido Intransigente,
el Partido Humanista, el Partido de la Victoria, el Frente Grande, entre
otros-, ni juntos ni separados, podrá hacer uso de ese nombre. Pocas veces van
a encontrar a un peronista sin frazada.
?Quién va a ser el candidato a presidente de este esquema
es lo que menos preocupa a los peronistas institucionales, los armadores de la
herramienta electoral. "Falta un siglo", dicen. Daniel Scioli está
convencido de que será él, y a nadie le interesa discutírselo. Por ahora, sólo descartan una reforma de la
ley de las PASO, que permita que el candidato a presidente de la segunda
fórmula más votada se integre a la ganadora como candidato a vicepresidente,
como pretenden algunos sectores de la oposición, y no disgustaría a Scioli.
José Luis Gioja, gobernador de San Juan, los tiene convencidos de que "no
es una reforma buena para la Argentina, con tan mala historia de
vicepresidentes que traicionan a presidentes".
?- ¿Alcanza para ganar?, preguntó Infobae a una fuente de
largo recorrido.
?- Es un esquema básico de autodefensa. Este es un país
salvaje, donde puede suceder cualquier cosa.
?Mientras tanto, la noticia es que el Partido Justicialista, por primera vez desde la llegada del kirchnerismo, decidió volver a ponerse en marcha por las propias: un nuevo síntoma de ciclo concluido.