Este economista socialdemócrata, de 55 años, nunca se interesó particularmente por los temas de defensa y seguridad, pero diez años al frente de diferentes gobiernos le dejaron numerosos contactos internacionales y le enseñaron el arte de la negociación.
Stoltenberg, del Partido Laborista, será el primer secretario general de la OTAN de un país fronterizo con Rusia. Su acción política le permitió establecer buenas relaciones con Moscú, una ventaja en estos momentos de la crisis de Crimea, que reavivó tensiones que rememoran la Guerra Fría.
Cuando era primer ministro, Noruega y Rusia firmaron acuerdos limífrofes importantes en el mar de Barents, así como sobre la exención de visas para habitantes de zonas fronterizas. "La experiencia de Stoltenberg y de Noruega como vecina de los rusos será seguramente útil", estimó recientemente el periódico de referencia noruego Aftenposten.
"Pero la naturaleza de la relación que Occidente debe tener con Rusia se decide en otros lugares que en los órganos de la OTAN", agregaba el diario, apuntando hacia la Unión Europea y, sobre todo, a Washington.
Noruega combina una tradición pacifista con una cultura atlantista
Durante su juventud, Jens Stoltenberg militó contra la OTAN y la Comunidad Europea, dos organizaciones a las que luego apoyó. En 1973, con cabellos largos, lanzó piedras contra la embajada de Estados Unidos en reacción al bombardeo a la ciudad vietnamita de Haiphong por parte de la Fuerza Aérea estadounidense.
En 1985 tomó las riendas de la Juventud Laborista, que preconizaba una salida de Noruega de la OTAN. Pero fue bajo su mando que el movimiento dio un giro y empezó a apoyar a la Alianza Atlántica.
"Pareciera que sus ideas radicales se diluyeron con el tiempo, pero sin desaparecer totalmente", lamentaba esta semana un editorialista del Wall Street Journal.
Como ministro, recordó el periódico estadounidense, Stoltenberg participó en protestas contra los ensayos nucleares franceses en el atolón de Mururoa.
No es un "halcón"
Jens Stoltenberg, casado y padre de dos niños, nació en una familia involucrada en la política. Su padre fue ministro de Defensa y luego de Relaciones Exteriores y su madre fue secretaria de Estado.
En 1991 fue elegido diputado, ministro de Energía y luego de Finanzas. En 2000, con 41 años apenas cumplidos, se convirtió en el jefe de Gobierno más joven de Noruega. Un puesto que ocupó brevemente pero que volvería a conquistar entre 2005 y octubre pasado.
Bajo sus mandatos, este reino nórdico participó en la guerra de Afganistán y en los bombardeos contra Libia.
Noruega combina una tradición pacifista con una cultura atlantista. Es uno de los pocos miembros de la Alianza –gracias a su petróleo– que ha aumentado su presupuesto de Defensa, cuando sus socios lo reducen por efecto de la crisis económica.
Stoltenberg es muy popular en sus tierras. Acostumbrado a las negociaciones difíciles, es un as del compromiso, a tal punto que algunos de quienes trabajaron con él le recriminan rehuir los conflictos. "Nadie puede ver en Jens Stoltenberg un halcón en materia de política de seguridad", afirmó Gunnar Stavrum, un comentarista del periódico Nettavisen.
Para Stavrum, "la elección de Jens Stoltenberg muestra que en un período de intensificación de los conflictos internacionales, los grandes países de la OTAN desean un secretario general listo para el compromiso".