Fuerzas armadas equipadas con blindados irrumpieron el sábado en la base aérea ucraniana de Belbek, en la península de Crimea, disparando al aire.
El blindado forzó la puerta de entrada a la base, cerca de Sebastopol, y hombres armados apuntaron con sus armas a los soldados ucranianos, mientras al lugar acudía también una ambulancia.
Un hombre en ropa de camuflaje y gafas de sol desmontó una cámara que filmaba la puerta de entrada, y tres camiones cargados de tropas entraron en las instalaciones.
Previamente la página internet de la base de Belbek había publicado que las tropas en su interior habían recibido un ultimátum de las fuerzas rusas para que se rindieran si no querían exponerse a un ataque.
El comandante de la base aérea, Yuli Mamchur, que hoy se niega a rendir el aeropuerto a las tropas rusas, fue uno de los primeros en exigir al Ministerio de Defensa de Ucrania que decidiera el futuro de los militares ucranianos emplazados en Crimea.
Hace casi diez días, Mamchur advirtió a los altos mandos militares del país de que "en caso de que no se tomen las correspondientes decisiones", su unidad se vería obligada "a actuar de acuerdo al Código de las Fuerzas Armadas de Ucrania hasta el extremo de abrir fuego".
Entonces reconoció que los militares ucranianos en Crimea son conscientes de que no podrán "resistir por mucho tiempo contra unas tropas rusas más numerosas, mejor armadas y preparadas".
Los mandos de varias unidades ucranianas emplazadas en la península han denunciado la desidia de la cúpula militar y política del país a la hora de decidir los pasos que deben seguir los soldados que no quieren rendir sus destacamentos a las tropas rusas.