"Aquí estamos, recuperando dos de las tres piletas que también habían sido abandonadas (...) Este verano vuelven a funcionar dos piletas".
Era el 20 de septiembre de 2013 y Cristina Fernández de Kirchner presidía la reapertura del Centro Recreativo de Ezeiza. Fue uno más de los muchos actos con anuncios que, en aquellos días de campaña para las elecciones legislativas, la Presidente compartió con el candidato a diputado por el Frente para la Victoria e intendente de Lomas de Zamora, Martín Insaurralde; hasta que a comienzos de octubre la detección de un hematoma subdural causado por un traumatismo de cráneo la obligó a cancelar su agenda pública y a guardar reposo por varias semanas.
Aquel día, en Ezeiza, Cristina Kirchner aclaró que el acto que presidía se estaba realizando en la "tercera pileta": "Estamos parados en la tercera pileta. Porque también ¿saben qué? Aunque no haya agua nos tiramos igual a la pileta".
Poco después, en entrevista con Jorge Rial, emitida el 4 de octubre, Cristina Kirchner se quejó porque en Ezeiza la noticia habían sido las calzas negras que lució sobre el escenario. "Hablaban de las calzas para ocultar lo que estábamos inaugurando -decía-, que era la rehabilitación de todo el centro de recreación de las piletas de Ezeiza, de los bosques de Ezeiza, un ícono en el peronismo..."
En efecto, el anuncio era ni más ni menos que la reapertura de las míticas piletas que construyó Juan Perón en 1950 y que luego, en el marco de la furia vindicativa de la llamada Revolución Libertadora que derrocó al peronismo en 1955, fueron cerradas y abandonadas. Como fue destruida la residencia del matrimonio Perón o abandonado el tristemente célebre albergue Warnes.
Pero hoy, más de cinco meses después de ese anuncio y concluido el verano, ninguna de las piletas está habilitada al público y el lugar ofrece el aspecto de una obra en construcción, con materiales y pilas de escombros diseminados por todos lados. La pileta cuya reconstrucción parece más avanzada –con la clásica pintura azul- sólo contiene charcos de agua generados por la lluvia.
Otras dos piletas, cuya rehabilitación no ha sido ni siquiera iniciada, parecen dos enormes lagos artificiales pero de agua sucia y estancada. Un gran criadero de mosquitos.
Durante el verano, hubo una habilitación parcial para colonias de vacaciones, pero en ningún momento las piletas estuvieron abiertas al público en general, como era en tiempos de Perón.
Lo que sí está concluido es un Centro de Exposiciones
bautizado Néstor Kirchner, pero el edificio está tan cerrado como las piletas.
Al lado, hay dormitorios para personal policial y de gendarmería que realiza
entrenamientos en la zona. Es lo único operativo al parecer. Sin embargo,
también allí están pendientes algunas terminaciones.
En el interior del Centro de Exposiciones, una placa da cuenta de los trabajos realizados en el predio, entre otros, la recuperación de 10.000 metros cuadrados de piletas.
Es cierto que la zona alrededor de las piletas ha sido parquizada, el pasto cortado y se han instalado parrillas. Estas mejoras han atraído un numerosísimo público que podría haber disfrutado de las piletas de haber sido cierta la recuperación de dos de ellas, tal como se anunció en el acto.
Hasta la próxima elección
Posiblemente haya que esperar a la próxima temporada
veraniega. O a la próxima elección, dado
que obra que no se concluye bien sirve para otra campaña.
De hecho, ha sido una marca distintiva de este gobierno el inaugurar las obras por la mitad. La Presidente ha llegado incluso a acuñar el eufemismo "exposición de obra". Lo hizo en octubre de 2011, en plena campaña por su reelección, cuando cortó la cinta de un hospital sin terminar: el materno infantil de Ciudad Evita en Matanza. Consciente de que estaba hablando en una obra en construcción y no en un edificio terminado, la Presidente dijo: "Acá me aclaran que no es inauguración, estamos exponiendo la obra". Quedó así consagrado un nuevo invento argentino, la "exposición de obra", sólo que el graph de la televisión pública la contradecía... Al igual que el corte de cinta y la placa que descubrió y que decía "Hospital Alberto Balestrini".
El lugar permaneció completamente cerrado y en obra durante dos años más, hasta la siguiente campaña, cuando Cristina Kirchner, sin que mediara explicación, volvió a inaugurar, el 4 de octubre de 2013, esta vez en compañía de Martín Insaurralde, lo que ya había inaugurado dos años antes.
Toda la era kirchnerista estuvo jalonada no sólo de proyectos anunciados y no realizados, sino de distintas modalidades de seudo-inauguraciones: cosas que no existen o que existen desde hace años y a las que sólo se les agrega un cartel, proyectos en curso de realización pero muy lejos de estar operativos o bien obras que se inauguran más de una vez.
En mayo de 2003 se inició la construcción, sobre el trazado de la ruta provincial 6 o Ruta del Mercosur (que circunvala Buenos Aires), de una autovía de 180 kilómetros, en 8 tramos, que uniría los puertos de Campana y La Plata. Cada tramo fue inaugurado con bombos y platillos y en presencia de autoridades nacionales y provinciales. Sin embargo, 10 años después del inicio de su construcción, estaba intransitable en casi todo el recorrido. Mal construida, no resistió el tránsito pesado para el que supone estaba destinada.
Y esto lleva a un contraste con la obra pública del gobierno de Perón en el cual dicen inspirarse. Las piletas de Ezeiza, que el paso del tiempo y el abandono no lograron destruir por completo, son una muestra más del tipo de infraestructura que aquel Gobierno construía para uso social: diseño moderno (para los estándares de la época) y funcional, belleza estética y, por encima de todo, gran calidad en los materiales y en la edificación. Eran obras pensadas para durar, como las escuelas, como el complejo turístico de Chapadmalal -que décadas de desidia todavía no han podido inhabilitar-, como el Hogar Escuela Evita de Ezeiza –ídem anterior- o la Ciudad de los Niños en La Plata, entre tantas otras.
Lo que se inauguraba bajo aquel Gobierno estaba terminado, operativo y, de no mediar una expresa destrucción, destinado a durar décadas.
Y a nadie se le ocurría proponerle a la gente tirarse a una pileta sin agua.