Según publicó el diario Folha de Sao Paulo, dos funcionarios de Petrobras dijeron, a condición de anonimato, que Dilma Rousseff tuvo a su disposición todos los detalles del contrato para la compra de una refinería en Estados Unidos, por lo cual "no puede eludir su responsabilidad en esa operación". El Ministerio Público y la Policía Federal realizan averiguaciones sobre la adquisición de esa planta ante la sospecha de que pudo haber una operación dolosa.
En 2006 Rousseff era presidente del Consejo de Petrobras cuando se aprobó la compra de esa planta en Pasadena por 1.280 millones de dólares, cuyo valor de mercado en la actualidad sería de unos 200 millones, según estimaciones de la prensa.
El candidato presidencial opositor, Aecio Neves, exigió que se esclarezca el caso y diputados demandaron la creación de una comisión parlamentaria de Investigaciones sobre la petrolera.
Paralelamente, una comisión de diputados abrió hace dos semanas una investigación y enviará un grupo a Holanda para obtener documentación sobre el supuesto pago de sobornos por más de 130 millones de dólares a funcionarios de Petrobras.
Rousseff emitió un comunicado en el que asegura que cuando dio el aval a la compra recibió un informe incompleto del contrato y fue esto lo que la indujo a una decisión errada que causó perjuicios a la compañía.
"Lo que Dilma hizo con ese comunicado fue echar gasolina al fuego, la compra de esa refinería en Texas fue un negocio pésimo, pudo haber una maniobra dolosa o impericia", dijo este jueves Carlos Sardenberger, columnista del canal Globo News.
Por la reelección
La mandataria brasileña inició, el 1º de enero, el último de los cuatro años de su primer mandato y lo hizo como favorita de cara a las elecciones del próximo mes de octubre. Luego de tres años de intenso trabajo y diversos desafíos, tanto económicos como sociales, Rousseff encara la última etapa de su primer período con el respaldo de más de la mitad de los brasileños (56%), según una encuesta publicada por el Instituto Ibope.
La presidente mantuvo una elevada aprobación desde su investidura, pero su valoración personal se desplomó a raíz de la ola de protestas sociales que sacudió el país el pasado junio, aunque meses después y tras dar respuesta a algunas de las demandas de los brasileños, recuperó parte de su popularidad.
En lo que respecta a la gestión de su gobierno, Rousseff cuenta con un apoyo popular mayor que el que tenían tanto su antecesor y mentor político, Luiz Inácio Lula da Silva, como Fernando Henrique Cardoso en el último de sus primeros cuatro años de mandato; después ambos fueron reelegidos.