"Ésta es la amenaza más grave a la seguridad y estabilidad europeas desde el final de la Guerra Fría", sostuvo el jefe de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). Según Rasmussen, la crisis provocada por la intención de Rusia de anexionarse Crimea tras el referéndum -"ilegal e ilegítimo"- implica el "mayor movimiento de tropas en décadas".
No hay que olvidar además, subrayó, lo que está en juego: "La libertad de 45 millones de personas y su derecho a tomar sus propias decisiones". Y todo ello sucede, puntualiza, "en las mismas fronteras de la OTAN". Por todo esto, la crisis constituye una "llamada de atención, tanto para la comunidad euroatlántica como para la OTAN y para todos aquellos comprometidos con una Europa integral, libre y en paz".
Rasmussen afirmó que Moscú está transitando un "camino peligroso". Es más, el militar acusa al gobierno de Vladimir Putin de forzar un "revisionismo del siglo XXI" para "intentar tornar el reloj" de la historia con el objetivo no sólo de "trazar nuevas fronteras, monopolizar mercados y someter a poblaciones", sino también para "reescribir o simplemente romper el libro de reglas internacionales" que ha mantenido la paz hasta ahora.
"Creíamos que ese tipo de comportamiento pertenecía al pasado. Pero está de vuelta. Y es peligroso, porque viola las normas internacionales de comportamiento aceptado, exporta inestabilidad y reduce el potencial de cooperar y crear confianza".
Para el jefe de la OTAN, Moscú debe cumplir sus compromisos internacionales y buscar una solución pacífica a la crisis. Si no escucha los llamamientos internacionales, advirtió, "habrá consecuencias".
El 96,6% de los ciudadanos de Crimea, que en su mayoría son rusohablantes y mantienen fuertes vínculos familiares, étnicos y sociales con Rusia, decidió el domingo pasado independizarse de Ucrania y quedar bajo la órbita del gobierno de Moscú. El mandatario ruso, Vladimir Putin, firmó este martes el documento en el que acepta la anexión de Crimea a la Federación Rusa. La condena internacional no tardó en llegar.
El vocero de la Casa Blanca, Jay Carney, afirmó que las acciones del gobierno ruso son "una clara violación de la legislación internacional" y una "amenaza a la paz". De hecho, este mismo martes tropas rusas abrieron fuego y tomaron una base militar de Ucrania en Crimea. Un soldado ucraniano murió por el ataque.
Por esta amenaza, Obama convocó a los miembros del G7 (Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y Reino Unido) a una reunión la próxima semana. "El encuentro estará centrado en la crisis en Ucrania y en las próximas decisiones que el G7 podría tomar para responder a la evolución de la situación y apoyar a Ucrania", indicó el vocero del Consejo de Seguridad Nacional (NSC). El presidente francés, François Hollande, ya confirmó su participación.
El gobierno estadounidense también señaló que baraja nuevas sanciones como represalia por la ocupación militar y anexión rusa de Crimea, después de que este lunes anunciara la congelación de activos de cuatro líderes ucranianos pro rusos, entre ellos el ex presidente Víktor Yanukovich, y de siete funcionarios rusos.
Desde la Unión Europea (UE), también hubo fuertes críticas al accionar de Rusia y de la península de Crimea. El bloque advirtió este lunes a Putin que ni "reconoce ni reconocerá" la anexión que Moscú ha hecho de Crimea como una república federada, de acuerdo con un comunicado conjunto de los presidentes de la Comisión, José Manuel Durao Barroso, y del Consejo Europeos, Herman Van Rompuy.
Putin, por su parte, no hizo más que justificarse. "Crimea es un lugar histórico y sagrado para Rusia", afirmó ante la Asamblea Federal de su país, donde expuso un resumen histórico en el que intentó explicar la integración de la región y sentenció: "Crimea ha sido y es parte de Rusia".