El presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, no debe entender qué le pasa a Nicolás Maduro. Primero lo ataca en cadena nacional ("Te salió el corazoncito fascista", le espetó al colombiano mientras festejaba la detención del dirigente opositor Leopoldo López) y ahora le agradece "apoyar siempre al pueblo venezolano".
Maduro, cuando odiaba a Santos
Maduro, cuando alaba a Santos
¿Qué cambió para que modificara tanto su discurso? Encontró mejores enemigos. Rompió relaciones con Panamá por impulsar una reunión de la OEA e intensificó su ira contra los Estados Unidos. Santos, en cambio, mantuvo la calma. Enfocado en su posible reelección, y en medio de un difícil proceso de paz con la guerrilla de las FARC, decidió no salir a responder las barbaridades del bolivariano. Usó inteligentemente a su canciller Ángela Holguín y ahora sale victorioso de una pelea que nunca inició.
Bilaterales complejas
Las relaciones entre ambos países sufrieron altibajos durante los 15 años de chavismo. El fallecido líder bolivariano se llevaba pésimo con Uribe. De hecho, en 2010 rompieron relaciones bilaterales cuando el colombiano llevó a la OEA pruebas de que el gobierno venezolano cobijaba guerrilleros de las FARC y permitía su entrenamiento sin represión alguna.
Con la llegada de Santos, aun cuando se trataba de un delfín de Uribe, los vínculos diplomáticos se retomaron rápidamente. No habían pasado cuatro días desde su asunción cuando el colombiano logró pactar con Chávez. De la nada, se transformaron en "mejores amigos". Esa "amistad" se mantuvo hasta el 18 de febrero, cuando el colombiano pidió diálogo entre el gobierno de Maduro y los opositores en protesta. El discurso del bolivariano, que se había vuelto anticolombiano, parecía no tener retorno... pero Maduro acaba de probar lo contrario.