Las bombas en los trenes, que venían de la estación de Alcalá de Henares, un suburbio al este de Madrid, estallaron casi simultáneamente en plena hora pico en las estaciones de Santa Eugenia, el Pozo, en la entrada de la estación de Atocha y el último en esta misma estación, en pleno centro de la capital española.
En todo el país, la conmoción fue inmensa. Más de once millones de personas, una cuarta parte de la población, salieron a la calle el día siguiente para manifestarse contra el terrorismo.
Diez años más tarde, los españoles se preparan para revivir con emoción ese día. Entre ellos, cientos de los 1.900 heridos en los atentados, muchos aun traumatizados por el recuerdo.
La catedral de la Almudena de Madrid acogerá una misa presidida por el rey Juan Carlos y el resto de la familia real, previa a los homenajes organizados por las asociaciones de víctimas, uno de ellos en el memorial de Atocha, en frente de la estación.
Las conmemoraciones ya dieron comienzo el lunes en el Teatro Real de Madrid, donde 365 víctimas fueron condecoradas en una solemne ceremonia. "Con este homenaje queremos mandar un mensaje a los españoles y al mundo de que las víctimas de la crueldad y del horror terrorista deben permanecer para siempre en nuestro recuerdo", declaró el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, desde el escenario del teatro.
"El día 11 de marzo de 2004, me mataron y volví a nacer", narraba Jesús Olmos Guerrero, de 58 años, que tras el atentado entró en coma durante un mes y apenas recuerda nada de la masacre. "Estaba mejor pero esto a mí me remueve", confiesa este hombre, apoyado en un bastón al culminar el homenaje.
Aunque la misma noche del ataque un grupo afín a Al Qaeda reivindicó la acción, el gobierno de José María Aznar acusó desde un primer momento a ETA. La obstinación del ejecutivo en apuntar al grupo vasco contribuyó a la derrota del Partido Popular de José María Aznar, con Mariano Rajoy de candidato, en las elecciones legislativas del 14 de marzo que llevaron al poder contra pronóstico al socialista José Luis Rodríguez Zapatero.
Una de las primeras medidas del nuevo jefe de gobierno fue ordenar la retirada de las tropas españolas de Irak, distanciándose de su predecesor, uno de los principales partidarios de esa operación militar.
Amenaza terrorista "alta"
Habituada a los atentados de ETA, la irrupción del terrorismo islamista sorprendió a España. "Hubo un momento en que todo el mundo pensó en ETA, porque era el terrorismo que estábamos padeciendo desde hacía muchísimo tiempo en España. El terrorismo yihadista nos quedaba, aunque fuera equivocadamente, un tanto lejano", reconoció el lunes Fernández Díaz.
En estos 10 años, los servicios de seguridad españoles han multiplicado sus operaciones para desmantelar células islamistas y han detenido 472 yihadistas. Pero las autoridades alertan que todavía existe un "riesgo probable" de atentados en el país y, según el ministro, la amenaza terrorista permanece "alta".
"Es evidente que España forma parte de los objetivos estratégicos de la yihad global. No somos los únicos, evidentemente, pero sí que por supuesto estamos en el punto de mira", advirtió Díaz.
En 2007, un larguísimo proceso judicial terminó con la condena de 21 personas por el 11-M, con dos penas récord de casi 43.000 años en prisión.
Sin embargo, los considerados principales autores del ataque nunca fueron detenidos. El 3 de abril de 2004, los siete sospechosos se inmolaron con explosivos en un apartamento de Leganés, en las afueras de Madrid, al verse rodeados por la policía.
Un epílogo que apenas eclipsa el trauma vivido por las víctimas.
"No puedo pasar entre dos automóviles aparcados, no me atrevo. Tengo miedo de que haya una bomba dentro", reconocía Adeniria Moreira, una auxiliar de enfermería brasileña de 48 años, que perdió por la conmoción al bebé del que estaba embarazada de tres meses.