Ucrania ha quedado en medio de la nueva disputa entre Occidente, con la Unión Europea y Estados Unidos a la cabeza, y Rusia, que tiene una enorme influencia en vastas regiones.
El país está dividido en dos. El sector oeste, que votó en contra del destituido presidente Viktor Yanukovich en las elecciones de 2010 y que sostiene a los opositores encabezados por Yulia Timoshenko -la multimillonaria empresaria que estuvo encarcelada hasta la caída de Yanucovich- junto al ex campeón mundial de pesos pesados Vitali Klitschko.
Pero en el sur y en el este, con mayoría de rusoparlantes y un bastión de las fuerzas de Yanukovich, no quieren aplicar las reformas pro occidentales de la región rival. En este sector, está la península de Crimea, donde en las últimas horas se ha vivido una escalada de tensión.
¿El principal motivo? Esta es la zona donde la flota de guerra rusa tiene su mayor base, Sebastopol, uno de los puertos clave del mar Negro.
En el oeste, la mayoría apoya una mayor cercanía con la Unión Europea
Crimea: una historia marcada por los conflictos
Desde principios del siglo XX, la península de Crimea es objeto de disputa entre Rusia y Ucrania. Empezó a formar parte de lo que entonces era el Imperio Ruso en 1783, luego de que las tropas del zar derrotaran a los tártaros, pertenecientes al Imperio Otomano, los anteriores ocupantes.
Tras la revolución rusa de 1917, Ucrania se convirtió en una de las Repúblicas Socialistas que conformaron la Unión Soviética (URSS). Crimea pasó a ser una República Autónoma dentro de la unión de países.
Pero en 1954, Nikita Kruschev -por impulso del fallecido Stalin- concretó la expulsión de los tártaros de Crimea por haber colaborado con el nazismo en la Segunda Guerra Mundial. Desde entonces, dejó de tener el estatus de república y pasó a formar parte de Ucrania.
Con la disolución de la URSS en 1991 y la declaración de la independencia de Ucrania, la península volvió a convertirse en un botín de guerra entre el nuevo Estado y Rusia.