Llegó el gran día, el del inicio formal de la temporada 2014 de paritarias, anticipada desde donde se quiera como la más difícil ronda de negociaciones colectivas que deba sortear el kirchnerismo desde su llegada a la Casa Rosada.
Hay un dato seguro: sea con Néstor o con Cristina, el Gobierno nunca como ahora debió intervenir en estas lides tan condicionado por sus políticas económicas. El agujero provocado en el poder adquisitivo de los salarios por obra del combo inflación-devaluaciones, configuró un escenario de tanta complejidad y malestar que a muchos los hace presagiar seguras convulsiones sociales.
La paritaria federal de los maestros, a cargo del debut, pinta para un arranque con el pie izquierdo. Funcionarios y sindicalistas se verán recién hoy las caras para tratar de establecer la nueva pauta salarial del sector en todo el país. A través de los medios y de alguna que otra reunión informal, unos y otros ya se han avisado de costa a costa que los separa un abismo.
A diferencia del 18 con el que soñaba en Navidad, la administración K está enfocada en no estirarse más allá del 25 por ciento. Los docentes, en cambio, se plantaron en un reclamo del 61 por ciento, que llevaría el salario mínimo del sector a $5.500. Además exigen un acuerdo "corto" de seis meses. El jefe de Gabinete, Jorge Capitanich y el ministro de Trabajo, Carlos Tomada, han prometido hacer del diálogo un culto, pero si no hay acuerdo, se sabe, el gobierno nacional fijará por decreto el salario de los docentes por el plazo de un año; hipótesis que a su vez realimenta las amenazas docentes de no comenzar las clases en su debido momento.
"Seguro que se viene el decretazo. Esto de negociar sobre la hora es deliberado... ¿En qué quedó por ejemplo aquella promesa de (Daniel) Scioli de discutir la paritaria docente en enero, para ganar tiempo?", se quejó amargamente ante Infobae el vocero de uno de los gremios docentes que defiende los colores del kirchnerismo.
El resto del mapa gremial, mientras, contempla los acontecimientos. Aunque no le sobra nada, Antonio Caló, jefe de la CGT oficialista, se comprometió a mediar en el conflicto, según confió a un grupo de organizaciones sindicales docentes que lo visitó días atrás en su despacho de la UOM.
Pero el metalúrgico ya ha demostrado que no es precisamente un especialista en arrancarle concesiones a la doctora Kirchner. Sin ir más lejos, viene de escuchar un rotundo no a su propuesta para que el Gobierno salde con un bono la deuda --o parte de ella-- que el Estado tiene con el sistema de obras sociales sindicales, que es de poco más de 20 mil millones de pesos, por ahora inmovilizados en una cuenta del Banco Nación.
Apenas si le prometieron que la Superintendencia de Seguros de Salud analizará modificaciones para que a los gremios no se les haga tan pesado costear las prestaciones médicas de los monotributistas, que hacen aportes bastante inferiores a los de los trabajadores asalariados. "Creo que nunca nos van a devolver aquella plata", confió resignado uno de los técnicos que la central K tiene trabajando en el tema.
Hugo Moyano, titular de la central opositora, advirtió en cambio que si se fijan salarios por decreto será el certificado de defunción del modelo de negociación vigente. El camionero dice que el 35 por ciento es el porcentaje mínimo a exigir para un 2014 que, de acuerdo a sus cuentas, redondeará una inflación del 40 por ciento.
El Gobierno reclama moderación para que los empresarios puedan hacer frente a los aumentos de sueldo sin caer en despidos o suspensiones, como viene ocurriendo ya en algunos sectores, como en la industria frigorífica.
Caló se muerde la lengua antes de revelar el incremento que le va a presentar a las cámaras metalmecánicas. Sólo adelanta que va a priorizar los puestos de trabajo, por sobre el salario y alguna suma fija. El 8 de abril deberá ser más específico, cuando le toque hablar frente a sus bases en el próximo congreso nacional de los metalúrgicos.
"Es inaceptable que el Gobierno ate la suerte de las medidas económicas a las paritarias y a la evolución de los precios", señaló a este medio Juan Carlos Schmid, uno los portavoces habituales del moyanismo, donde se juzga con satisfacción la ronda de contactos que ese espacio abrió con distintas fuerzas políticas y económicas llamando "al diálogo y a la concertación".
En todos esos encuentros (con Macri, con Binner, con las entidades del campo y el último con la UCR) el Gobierno resultó fustigado. ¿Será por eso que la UIA viene gambeteando una cumbre con el camionero y sus subordinados?
El que tiró la toalla a esas peregrinaciones, al menos por ahora, es el actual socio de Moyano, el gastronómico Luis Barrionuevo, a quien ya se le acabaron todas las excusas, incluida su fobia a los aviones, para ausentarse de esas presentaciones. "Luis está cansado de las hipocresías", señaló a Infobae una de las personas que mejor lo conoce en la vida.
Barrionuevo y Moyano transitan hoy andariveles distintos: el primero quiere confrontar ya, el otro quiere más tiempo antes de embarcarse en un hipotético conflicto. Por eso se suspendió para mejor momento, tal como anticipó Infobae la semana anterior, el plenario conjunto que iban a montar estos dos hombres a fines de este mes.
También pende de un hilo la "unidad en la acción" de Moyano con el sindicalismo alternativo de la CTA de Pablo Micheli, que por las suyas salió a convocar a un paro nacional de trabajadores estatales para el 5 de marzo, que podría afectar el inicio de clases, y un paro nacional con movilización a Plaza de Mayo el 12 de marzo. "Gran parte del sindicalismo argentino está mirando para el costado ante la devaluación y el ajuste que cae sobre los salarios de los trabajadores", dice el dirigente estatal al promocionar ambas medidas de fuerza.
Unos muy pocos han arreglado condiciones para 2014: es el caso por ejemplo de UTEDYC (trabajadores de instituciones deportivas) que viene de acordar con su patronal un aumento del 30 por ciento en dos tramos: 15 por ciento desde enero y el resto a partir de julio.