Se trata de una reacción natural al empinamiento de la inflación y las expectativas de deterioro del poder de compra de los salarios, en un escenario donde el Gobierno quiere que la pauta de aumentos no supere el 25% en los próximos doce meses, pese a que las proyecciones de los economistas se ubican en un rango de 33 a poco más de 40 por ciento.
Y más allá de "los precios cuidados" para menos de 100 productos de la decenas de miles que se comercian en la economía, no aparece un plan serio de estabilización que conduzca a bajar las expectativas, sólo política monetaria restrictiva y alza de las tasas de interés que provoca una erosión de los bolsillos de las familias endeudadas.
"El Índice de Confianza del Consumidor cayó 23,4% respecto a enero 2014, es la mayor caída intermensual desde que se comenzó a elaborar el índice en 1998. En términos interanuales, bajó 29,7%", comunicó el Centro de Investigación en Finanzas de la UTDT.
El resultado del relevamiento, hecho en todo el país entre el 3 y 10 de febrero a través de la consulta telefónica a 1.228 personas, arrojó disminución en los tres subíndices en los que se divide el ICC: intención de compra de bienes durables e inmuebles 59,1% con respecto al mes anterior; situación personal y situación macroeconómica 10,2% y 0,8%, respectivamente.
La decisión de compra de bienes durables se contrajo 59%
El claro efecto negativo de la inflación quedó reflejado en el impacto más fuerte sobre el mal humor de las familias de menores ingresos, con merma de 28,1% del índice de confianza respecto a enero. Fue la mayor caída histórica de la serie, mientras que para los de mayores ingresos la caída fue de 14,8 por ciento.
Empleo y horas de trabajo
Y si bien ayer el Indec difundió los datos de desempleo que se ubicaron en el menor registro desde 1984, con 6,4% para el promedio nacional de la población económicamente activa, el análisis desagregado de la estadística oficial permitió advertir que ese mérito se logró a partir de haberse elevado ostensiblemente el efecto desaliento de las personas a concurrir al mercado de trabajo, como los más de 1,2 millones de jóvenes de 18 a 24 años que no estudian, no trabajan ni buscan ocuparse en una tarea en blanco o en negro declarada al encuestador.
Para peor, las expectativas de corto plazo de las empresas indican estancamiento de la nómina de personal y disminución de las horas trabajadas por reducción de los pedidos para el mercado interno, y limitaciones productivas para garantizar el cumplimiento de exportaciones por demoras en las autorizaciones de importación de insumos y repuestos esenciales para sus máquinas.