¿Cuál será la inflación de este año? 30%, 35%, 40%, 45%...Están abiertas todas las apuestas. Si se miran los datos de las consultoras privadas de diciembre a los primeros días de febrero, 30% sería el piso. Y no hay techo.
Lo seguro es que en solo tres meses (diciembre-febrero) la inflación se comerá el aumento del 11% que la presidenta anunció la semana pasada para los jubilados y recién empezarán a cobrar en marzo. Dicho sea de paso algún funcionario podría mostrarle estos índices a la presidenta y evitarle el costo político de anunciar públicamente un ajuste del poder adquisitivo de más de 7 millones de adultos mayores. Son cosas que se suelen informar mediante un escueto comunicado de prensa.
¿Cuál es la inflación real para el Gobierno? Es un misterio. La última vez que el INDEC informó sobre el tema, en la segunda semana de enero, redondeó 10,9% de inflación para todo 2013. ¡Cómo cambió el país desde entonces!
Todo indica que la Casa Rosada pretende fijarle un tope de 25% a las subas de salarios, públicos y privados, aunque no se anime a manifestarlo porque se sospecha que es un techo bajito y ya varios sindicatos expresaron que no lo aceptarán.
¿Cómo se puede frenar a la inflación si el Gobierno no difunde cuál es la inflación real? ¿Cómo generar expectativas que desaceleren los precios, si no existe un termómetro respetado por todos que sirva para trazar un rumbo? Un termómetro que si este año mide 35%, el Gobierno se comprometa a bajarlo al 20%, digamos, en 1 año. Al 15% al año siguiente, y así seguir un sendero que desinflacione la economía. ¿Cómo lograr que trabajadores y empresarios no compitan por cubrirse frente a una inflación que se sabe muy elevada, pero nadie tiene certeza de cuánto es porque al Gobierno nunca le interesó coordinar expectativas?
Obviedades hoy en casi todos los países latinoamericanos, que muestran tasas de inflación inferiores al 6% anual. Esperemos que el mismo funcionario que convenció a la presidenta de que Argentina podía emitir pesos con la misma libertad que emiten dólares Estados Unidos, Canadá o Australia, no la haya convencido de que fijar metas de inflación es neoliberal. Más ortodoxo es devaluar, subir las tasas de interés y recortar el poder adquisitivo de los salarios vía inflación.
¿Le interesa a Cristina resolver el problema de la inflación? ¿O está resignada a dejar el Gobierno el 10 de diciembre de 2015 con el peso devaluado y que el próximo presidente se encargue de reconstruir nuestra moneda nacional?
Si todavía quiere dar batalla, hoy, cuando se conozca el nuevo índice de precios al consumidor del Indec, la Presidente tiene la oportunidad de empezar a sincerar los datos oficiales y de recuperar el termómetro. Las señales hasta ahora no son buenas, porque en el Indec continúa la misma cúpula de funcionarios que lo destruyó y las oficinas donde se suponía que iban a trabajar los técnicos del nuevo índice hasta ayer estaban vacías (ver fotos). Todo se cocina en el Ministerio de Economía. ¿Creerá el Gobierno que solo con el respaldo del FMI la confianza en el nuevo indicador está garantizada? Ojalá estas suspicacias queden despejadas cuando se conozca el nuevo índice de precios al consumidor.
Es la última oportunidad de Cristina.
Editorial en el programa PLAN M, de lunes a viernes a las 21, por Canal 26.