"Cada día que se mantiene el bombardeo con barriles en Alepo, el régimen de Al Assad muestra al mundo su verdadera cara", escribió Kerry en un comunicado. "Es el último acto de barbarie de un régimen que ha cometido torturas organizadas, usado armas químicas, y que siembra el hambre en su pueblo al impedir el envío de alimentos a los civiles sirios que los necesitan de urgencia", indicó.
Más de 150 personas murieron en la segunda ciudad del país, que otrora fue el polo económico sirio, en una serie de bombardeos con barriles explosivos y otros ataques, según el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos.
Al menos ocho personas, incluyendo cinco niños, fueron las últimas víctimas mortales este martes, cuando helicópteros del Ejército sirio lanzaron una nueva serie de bombas que, según Kerry, estaban llenas de "combustible y fragmentos metálicos". Las bombas golpearon una mezquita que era usada como escuela, según el centro de noticias de Alepo.
"Ante estos acontecimientos horrorosos, el pueblo sirio jamás aceptaría legitimar ningún gobierno que incluya a Al Assad", dijo Kerry, en referencia a las conversaciones de paz que se reanudarán la semana que viene en Ginebra y que buscan instalar un gobierno de transición en Siria.
"Mientras la oposición y la comunidad internacional están concentradas en que se termine esta guerra, el régimen tiene como único objetivo infligir más destrucción y aplicar más mano dura en el campo de batalla y socavar las esperanzas de éxito en las negociaciones de Ginebra II", dijo Kerry.
Estos bombardeos han provocado un éxodo masivo de la población civil, añadió el director del Observatorio, Rami Abdel Rahman. "Los habitantes de los barrios (afectados) comenzaron a huir hace tres días, a medida que se aceleraba el ritmo de los ataques con barriles de explosivos", indicó a la AFP.
"Algunos huyeron a Turquía, pero muchos de ellos no tienen a dónde ir, excepto a los sectores del oeste de la ciudad controlados por el régimen", añadió. Una fuente de seguridad en Damasco confirmó el éxodo de los civiles hacia sectores de la ciudad dominados por el Gobierno, y fotógrafos de la AFP observaron largas filas de espera en puntos de control que separan los barrios controlados por los rebeldes de los que están en manos del régimen.
Frustración internacional por la falta de avances
La situación en Damasco es cada vez más crítica. Después de casi tres años de enfrentamientos, la lucha armada aún no acaba y un acuerdo entre las partes parece algo todavía muy lejano.
El último fin de semana finalizaron las negociaciones entre el régimen de Bashar Al Assad y la Coalición Nacional siria de los rebeldes, celebradas en Ginebra. Las autoridades lamentaron los pocos avances que hubo durante los diez días de diálogo. Aunque para algunos analistas fue un comienzo importante.
"Lamento decirles que no obtuvimos resultados tangibles durante esta semana", declaró el viernes el ministro de Exteriores sirio, Walid Mualem, al culminar las conversaciones en esa ciudad de Suiza.
Pese a las insistentes presiones del enviado de la ONU y la Liga Árabe, Lakhdar Brahimi, y de los patrocinadores del encuentro, Rusia y Estados Unidos, las delegaciones del Gobierno y la oposición no lograron ponerse de acuerdo sobre ninguno de los puntos tratados.
No se decidió un alto el fuego, nunca se empezó a hablar de un posible gobierno de transición y ninguna de las "medidas de confianza" que solicitaba el mediador Brahimi en el terreno humanitario se ha alcanzado, ni siquiera el abastecimiento de Homs o, como propuso el régimen, la evacuación de las mujeres y los niños de esa ciudad.
Según una nueva estimación difundida el sábado por el opositor Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH), con sede en Londres, más de 136.000 personas murieron en el conflicto sirio desde marzo de 2011, cuando se iniciaron las primeras manifestaciones pacíficas contra el régimen, y enero fue uno de los meses más sangrientos desde entonces.