La historia marca que los grandes pases del mercado de invierno son realizados por equipos de la Premier League y este año no fue la excepción. Manchester United salió en busca de un delantero que termine con el peor semestre de sus últimas dos décadas y desembolsó 61,2 millones de dólares por los goles del español Juan Mata, que no era de los preferidos de José Mourinho. Es la cifra máxima pagada por la entidad de Old Trafford desde su fundación en 1878.
Entre los grande inversores de 2014 aparece el PSG francés, que se llevó a Yohan Cabayé, figura del Newcastle inglés, por 33 millones de dólares. Poco le importó al líder de la Ligue 1 pagar una fortuna por un futbolista de 28 años sin un importante poder de reventa. El objetivo del jeque Nasser Al-Khelaifi y la cúpula qatarí es conquistar Europa y aún se permiten derrochar.
Rápido, astuto, Roman Abramóvich no se guardó el dinero de la transferencia en su "gorda" billetera y logró satisfacer los deseos de Mou. Con el dinero que ingresó desde Manchester, Chelsea salió al mercado e invirtió en las llegadas del centrocampista serbio Nemanja Matic, por quien pagó u$s 34 millones al Benfica, y contrató por 18 millones de dólares al egipcio Mohamed Salah, verdugo en Champions League con el Basilea.
El negocio fue muy exitoso para el magnate ruso que conduce al conjunto londinense, ya que logró vender al Wolfsburgo en u$s 26 millones al mediocampista belga Kevin De Bruyne, quien había llegado a Stamford Bridge en una cifra tres veces inferior durante el invierno de 2012. Además, el nigeriano Michael Essien decidió marcharse seducido por el AC Milan de Clarence Seedorf. Chelsea suele mover el mercado en los 31 días de enero.
En 2007 cerró un negocio redondo con la llegada del brasileño David Luiz, hoy su defensor más cotizado, proveniente del Benfica a cambio de tan sólo 500 mil euros. Y en 2011 rompió el mercado tras pagarle 58 millones de euros al Atlético Madrid por Fernando "Niño" Torres, probablemente el peor negocio de Abramóvich.
El año de la llegada de Torres al Chelsea fue el de mayor inversión en la liga inglesa. Luis Suárez se mudó de Ámsterdam a Liverpool a cambio de 26 millones de dólares y compartió presentación con Andy Carroll, que arribó por u$s40 millones y desilusionó al público de Anfield Road. El ex goleador del Newcastle terminó vendido al West Ham por la mitad del valor de compra. Edin Dzeko fue la otra novedad de aquel enero tras desembarcar en el Manchester City por u$s31 millones.
En el Calcio también suelen aparecer novedades durante el mercado invernal y en esta ocasión el Inter de Milán logró cerrar la transferencia más destacada. Luego de retener a su figura colombiana Freddy Guarín tras una confusa negociación que lo colocaba en la órbita de la Juventus, pagó u$s 24 millones a Lazio para contratar al brasileño Hernandes. La Vecchia Signora no pudo darse el gusto de incorporar a Guarín y apostó por contratar a préstamo al goleador argentino naturalizado italiano Daniel Osvaldo.
En 2013, desde Italia había llegado la segunda mayor transferencia del invierno, cuando el Milan contrató a Mario Balotelli en 20 millones de euros. Y la mayor transferencia llegó del fútbol ucraniano, donde el Shakhtar Donetsk se quedó con los servicios del brasileño Willian al pagar 35 millones de euros al Anzhi ruso. Y en el tercer lugar quedaron las ventas de Alexandre Pato a Corinthians y Daniel Sturridge del Chelsea al Liverpool, ambas por 15 millones de euros.
El peor mercado que se recuerde se dio en 2012, cuando el chileno Eduardo Vargas lideró el top 10 con su transferencia desde la Universidad de Chile al Napoli por 14 millones de euros, seguido por Pappis Cisse del Friburgo a Newcastle y Thiago Motta del Inter al PSG, en ambos casos por 10 millones de euros.
En este 2014, por ejemplo, Barcelona y Real Madrid eligieron no invertir. Otros optaron por conseguir préstamos para reforzar sus equipos. La lesión de Radamel Falcao García obligó al Mónaco a fichar por cinco meses al búlgaro Dimitar Berbatov durante la cuenta regresiva al cierre del libro de pases. Sólo la desesperación del Manchester United y el poderío del Paris Saint-Germain pudieron romper con las leyes de un mercado cada vez conservador.