El municipio de Buenavista, Michoacán, tiene unos 42.000 habitantes y hace once meses se levantó en armas porque muchos ciudadanos se hartaron de los abusos del cártel de Los Caballeros Templarios. Durante años, esta escisión de La Familia Michoacana ha sometido a la población a extorsiones, secuestros, violaciones y asesinatos y ha logrado uno de los estados más violentos del país; sólo en 2013 hubo 990 homicidios.
Un artículo del diario español El País recogió el testimonio de Joel, un campesino de 30 años que no sabe dónde estuvo entre el 4 de diciembre y el 3 de enero pasado. "Olía a toronjas, estábamos acostados en una parcela de tierra, con árboles encima, es todo lo que sé", contó sobre la vez que estuvo atado con otros tres hombres sin poder hablar. "Nos golpeaban si conversábamos", explicó.
A este campesino dedicado al empaque de limones, el crimen organizado lo "levantó" una tarde cuando hacía recados en el municipio de Apatzingán, considerado bastión de Los Templarios y núcleo económico de la región, con 80.000 habitantes.
"Lo secuestraron porque nos tenían prohibido ir allí", dijo su padre. "Aquí nos conocen a todos y pienso que vigilaban las llegadas en transporte público".
Joel fue alcanzado por un coche con cuatro hombres armados. "Súbete", le dijeron mostrando las armas. No se resistió y enseguida le taparon los ojos con una camiseta. "Noté que llevaba una pistola apuntándome en la sien".
Todas las noches lo interrogaron con patadas en la cabeza. "Me preguntaban si yo era de las autodefensas y qué sabía. Si decía que nada, me insultaban y amenazaban con matarme, pero era la verdad".
Joel pensaba que lo iban a matar. "Decíamos: pues que lo hagan de una vez, para qué nos tienen tanto tiempo aquí". Sin embargo, el 3 de enero los secuestradores le comunicaron que ya habían investigado lo suficiente. "No tienes nada, te vamos a soltar", dijo uno de ellos. Los subieron a un coche y al final le dijeron "camina en esa dirección".
Durante años los vecinos en Buenavista soportaron la extorsión del narco. "Llegaban los municipales a la tienda y le pedían a mi madre, que vende poco, algo para contribuir", relató Juan a El País. Y hasta los sacerdotes están amenazados. "No puedo seguir hablando de Dios, de la vida, cuando apesta a muerte", dijo hace unos días Gregorio López, uno de los vicarios de la catedral de la capital de la zona, después de la quema del consistorio.
"La Iglesia es la única institución que no han podido tomar Los Templarios", asegura el padre Adrián Alejándrez Vázquez. "En un inicio no fue culpa sólo del Gobierno. Todos tuvimos culpa: Iglesia, sociedad civil... Nos acostumbramos a callar, a solapar. Durante años fueron ellos los que lo solucionaban todo", explicó Vázquez.
Hace más de una semana que la ciudad de Apatzingán está resguardada por policías y militares del gobierno de Peña Nieto. "Vivimos en un ambiente de zozobra", advirtió el padre Adrián. Y agregó: "La situación es mejor que hace unos meses, pero estamos esperando a que las autodefensas entren en cualquier momento. Nosotros estamos para consolar, para estar con las víctimas, pero ¿qué sigue?, ¿quién va a detener a los asesinos?".