La mandataria brasileña intentó convencer a la élite empresarial mundial de que el gigante sudamericano todavía representa una buena oportunidad de inversión y se desmarcó de sus socios regionales. Es que Argentina y Venezuela anunciaron la devaluación de su moneda esta semana. Caracas desdobló la economía y reorientó varios sectores a un mercado secundario (el dólar oficial está a Bs. 6,30, el secundario a Bs. 11,30 y el paralelo roza los 70 bolívares). Y Buenos Aires depreció el peso un 56,7% en un año.
En lo que sus asesores describieron como un discurso diseñado para recuperar la confianza de los inversores en el Foro Económico Mundial en Davos, Suiza, Rousseff reiteró el compromiso de mantener las finanzas públicas ordenadas y la meta de inflación, en medio de las crecientes críticas de los inversores a su gestión. "Quiero dejar en claro que no seremos débiles en el manejo de la inflación", prometió. "Por otra parte, la responsabilidad fiscal es un principio básico de nuestra visión para el desarrollo económico y social", agregó.
Las declaraciones de Rousseff en su primera visita a Davos se dieron en medio del creciente pesimismo de los inversores sobre el panorama de la economía de Brasil. Una mayoría de analistas espera un crecimiento del 2,0 por ciento en 2014, de acuerdo con una encuesta del Banco Central.
El principal índice bursátil de Brasil, el Bovespa, ha caído un 20% en los últimos doce meses, comparado con una baja del 8,6% del índice mexicano IPC y un alza del 22,3% del S&P 500 de la Bolsa de Nueva York en el mismo lapso. La mayor parte de los inversores ha culpado de la caída a una implementación de políticas errática y una excesiva interferencia del Gobierno en el sector privado.
La alguna vez pujante economía brasileña se expandió apenas un 1% en 2012 y los flujos de salida de capital del año pasado fueron los más elevados desde 2002. El gasto público está subiendo de manera constante y los ingresos fiscales han disminuido debido a las exenciones tributarias que buscan estimular las industrias, lo que aumentó el riesgo de una rebaja en la calificación de crédito soberano del país este año.
Rousseff también le aseguró a los inversores que Brasil es un ambiente seguro y reiteró que se cumplirán los contratos y que quienes invierten en el país siempre han sido tratados bien. La mandataria habló en medio de una caída generalizada de los mercados emergentes, mientras los inversores están muy inquietos por el impacto de un menor crecimiento en China y las decisiones futuras de política monetaria en Estados Unidos. "La estabilidad de nuestra moneda es un valor central del país", sostuvo la presidente, de quien se espera que busque la reelección este año.
Rousseff no anunció ninguna medida concreta, lo que haría que los inversores sigan dudando respecto de si su gobierno está preparado para realizar alguna de las reformas que los mercados demandan. Pimco, el mayor gestor de bonos emergentes del mundo, consideró el jueves que el clima para la inversión en Brasil no fue de "Orden y Progreso" en 2013, en una alusión al lema de la bandera del país más grande de América Latina.