La presidente de Brasil, Dilma Rousseff; el primer ministro británico, David Cameron, y el titular del Banco Central Europeo, Mario Draghi; son algunas de las personalidades que intervendrán este viernes en el Foro Económico Mundial que se celebra en Davos.
Rousseff acudirá por primera vez al Foro ante la preocupación por la ralentización del ritmo de crecimiento del país. Cameron llega a Davos después de una notable caída del paro en el Reino Unido, que podría llevar a cambios en la política monetaria, y a las puertas de un referéndum de independencia en Escocia. Y Draghi presentará los avances en la unión bancaria de la zona del euro, que incluye que la entidad monetaria europea asuma la supervisión unificada de los bancos europeos.
El futuro de la política monetaria es uno de los temas que abordarán durante esta jornada los líderes políticos, económicos, empresariales y expertos reunidos en Davos ante las diferentes direcciones que llevan los principales bancos centrales según el estado de la economía de sus países.
El secretario de Estado de los EEUU, John Kerry, llegará a Davos procedente de la Conferencia de paz para Siria, que se celebra en Montreux (Suiza).
Otras personalidades mundiales que acudirán al foro son el secretario general de la Naciones Unidas, Ban Ki-moon; Bill Gates y el ex vicepresidente de los EEUU Al Gore, quienes hablarán sobre el cambio climático, el crecimiento y el desarrollo.
Además, varias empresas, como CISCO y Nestlé, tienen a su vez previsto anunciar próximas inversiones en México. Por su parte, Petróleos Mexicanos y LUKOIL darán a conocer la firma de un memorándum de entendimiento.
La directora de Siemens en España, Rosa García, también estará presente en el Foro Económico Mundial, que se celebra en Davos hasta el próximo 25 de enero.
Cameron intervendrá posteriormente con Bono, el cantante del grupo musical irlandés U2, en un debate sobre la solidaridad y cooperación en el que también participa la presidente de Liberia, Ellen Johnson-Sirleaf.
También se plantearán asuntos como acabar con la pobreza extrema, la transformación de las economías para crear empleos y un crecimiento que incluya a diferentes grupos sociales.
El desafío de Rousseff es captar inversiones
La presidente de Brasil intentará convencer a la élite empresarial mundial de que el gigante sudamericano todavía representa una buena oportunidad de inversión, pese a registrar tres años de crecimiento débil.
La mandataria ha decidido buscar contacto con los ricos y poderosos por primera vez en el Foro Económico Mundial, en la ciudad suiza de Davos, con el fin de persuadirlos de que cuenta con políticas abiertas a los negocios y asegurarles que evitará el derroche fiscal. Se trata de un cambio radical para una gobernante con reputación de aplicar políticas severas que han reducido las ganancias de algunas compañías y afectado el precio de sus acciones.
Dejando de lado el escepticismo sobre el futuro de Brasil, la tarea de Rousseff es un desafío cuesta arriba que se suma a sus esfuerzos para ser reelegida en octubre. "Ella intentará convencer a la comunidad internacional de negocios de que es más pragmática que ideológica, pero realmente nadie espera que su gobierno haga grandes esfuerzos para equilibrar la política fiscal en pleno año electoral", dijo Ricardo Ribeiro, analista político de la consultora MCM en San Pablo.
La alguna vez pujante economía brasileña se expandió apenas un 1% en 2012, y los flujos de salida de capital del año pasado fueron los más elevados desde 2002. El gasto público está subiendo de manera constante, y los ingresos fiscales han disminuido debido a las exenciones tributarias que buscan estimular las industrias, lo que aumentó el riesgo de una rebaja en la calificación de crédito soberano del país este año.
Brasil ya no es más el favorito de Wall Street, y claramente ha dejado atrás la época de expansión impulsada por el aumento en los precios de las materias primas del que se benefició el predecesor de Rousseff, Luiz Inácio Lula da Silva.
A diferencia de la actual mandataria, Lula era un visitante regular de Davos. Los líderes empresariales responsabilizan a Rousseff de enfriar el apetito de los inversores por Brasil con la excesiva interferencia del Gobierno en la economía.
Algunas medidas "creativas" para cumplir con metas de ahorro también socavaron la imagen de su equipo económico, pero Rousseff ha resistido los llamados a reemplazar al ministro de Hacienda, Guido Mantega.
La poca credibilidad del ministro en el sector financiero ha llevado a la propia presidente a asumir la tarea de ofrecer seguridad a los inversores de que su gobierno se apegará a la disciplina fiscal y mantendrá la inflación bajo control.
"Los mercados financieros no entienden bien a Brasil", dijo Marcelo Neri, ministro de Asuntos Estratégicos y jefe del centro de estudios del gobierno, IPEA. "La inversión privada es fundamental para Brasil, y la presidente debe demostrar el potencial del país y escuchar a los inversores, a fin de que podamos afinar la manera en que hacemos las cosas", afirmó el ministro la semana pasada a los medios extranjeros.