Garavito cometió los 172 crímenes durante los ochenta y noventa. Operaba mayormente en Colombia, pero también hay registros en Ecuador. Se hacía pasar por indigente, monje, vendedor e, incluso, por discapacitado y así lograba la atención de los menores, de entre 6 y 16 años, a los que ofrecía dinero y otros obsequios.
Lo llamaban "La Bestia", "El Monje", "El Mendigo" o "El Loco" y fue detenido en 1990 por un policía colombiano de la ciudad de Villavicencio (sur), cuando intentaba violar a un menor en un descampado.
Él mismo confesó haber cometido unos 172 crímenes y hasta el momento se han encontrado los cuerpos de poco más de 100 de sus víctimas, por lo que es considerado uno de los mayores asesinos en serie del mundo. Cumple una condena de 40 años de prisión.
Este miércoles 22 de enero, Gloria Inés Muñoz pudo recuperar los restos de su pequeño Johan. Pasaron 16 años desde diciembre de 1998, cuando reconoció el cinturón, el pantalón, la camiseta y los zapatos de su hijo mayor entre las pertenencias de decenas de víctimas de "La Bestia".
Según confesó al diario colombiano El Tiempo, encontraron el cadáver de su hijo junto a otros tantos cuerpos de víctimas del mismo hombre. Sabía que la identificación tardaría y que sería una espera dolorosa.
"Reconocí la ropa. Yo se la había mandado hacía poco tiempo", cuenta. Un año después, el 28 de diciembre de 1999, sería el mismo Garavito quien reconocería su responsabilidad en la muerte de Johan. El menor estaba vendiendo periódicos en un parque en pleno centro de Pereira cuando fue abordado por Garavito, quien lo llevó en un carro a la vía que conduce al municipio de Marsella. Allí lo torturó, abusó de él y lo mató.
Gloria cuenta que sólo ahora que sus dos hijos menores ya son un par de adultos, entienden lo que pasó. Pero ninguno en la familia acepta la condena: "Es increíble que una persona así sea condenada a 40 años por todos los crímenes que cometió. Alguien como él merecería cadena perpetua".