La medida, que financia programas que abarcan desde el Ejército a parques nacionales hasta el final del año fiscal el 30 de septiembre, fue aprobada por una sólida mayoría de 72-26. Se espera ahora la promulgación por parte del presidente Barack Obama.
La votación se produjo exactamente tres meses después de que finalizara una paralización del Gobierno que se extendió por 16 días en octubre, que se produjo por una disputa sobre el financiamiento del programa de salud de Obama.
"Estamos un poco atrasados, pero hemos hecho el trabajo", dijo la senadora Barbara Mikulski, quien lidera la Comisión de Gastos de la Cámara alta.
Efectivamente, la ley fija los gastos corrientes del gobierno federal en 1,012 billones de dólares para 2014, a lo que añade otros 92.000 millones para operaciones militares exteriores y 6.500 millones de créditos excepcionales vinculados con catástrofes nacionales.
Este presupuesto, que el Congreso debe aprobar anualmente, representa apenas una tercera parte de los gastos públicos federales. No incluye los gastos "obligatorios" (pensiones, sanidad, ciertas ayudas sociales), que deben alcanzar unos 2,19 billones de dólares en 2014, según la última estimación de la Oficina de Presupuesto del Congreso (CBO).
Todos cantan victoria
Los republicanos afirman haber controlado el gasto federal por cuarto año consecutivo, al haber congelado fondos adicionales para la reforma de salud del presidente Obama, reducido la ayuda extranjera y los presupuestos de varias agencias locales.
Por su parte, los demócratas lograron incluir disposiciones que otorgan miles de millones de dólares adicionales para programas escolares, reforzamiento de la frontera y el FBI.
"Tengo confianza en que el voto de hoy (jueves) es una señal de que las crisis provocadas, como el cierre del Gobierno de octubre que costó 20.000 millones de dólares, sean cosa del pasado", dijo el senador demócrata Tom Carper, en referencia al cierre parcial del gobierno federal del año pasado.
El acuerdo entre demócratas y republicanos desactiva la posibilidad de una nueva parálisis de algunos organismos del gobierno federal, como sucedió durante las primeras semanas de octubre.
En noviembre del último año, Estados Unidos se vio empujado al cierre parcial del gobierno o shutdown, debido a la negativa de la bancada republicana a aprobar el proyecto de presupuesto demócrata. Esto estuvo aparejado al riesgo de que la economía estadounidense entre en default, la pérdida de empleos, la baja del consumo y caída de la confianza en el país, entre otros efectos.