"Comentaristas de moda se han enamorado de un Papa que ellos mismos inventaron", dice Luke Coppen, editor del semanario británico Catholic Herald en un largo artículo para la revista The Spectator, en el cual analiza cómo ciertos medios y analistas de izquierda (liberals, es la palabra que usa) quieren a toda costa ver a un papa Francisco "tan hostil al dogma de la Iglesia como lo son ellos". "En otras palabras, ellos asumen que el Papa no es católico", señala con contundencia.
La noticia que motivó esta reflexión fue que, por absurdo que pueda parecer, la Santa Sede debió salir a desmentir que el Papa hubiese abolido el pecado. Quien había llegado a tamaña conclusión fue el cofundador del diario italiano de izquierda La Repubblica, Eugenio Scalfari. Desde que Francisco tuvo la deferencia, primero, de responder a través de una larga carta a preguntas sobre fe y teología que este periodista y escritor ateo le había formulado públicamente y, luego, de mantener una charla de varias horas con él, Scalfari se considera a sí mismo casi un exégeta del pensamiento del Santo Padre.
El énfasis puesto por el Papa en transmitir la misericordia de Dios hacia el pecado humano, llevó al hombre a sacar esta rara conclusión que el propio sentido común desmiente: si no hay pecado, ¿de qué sirve el perdón divino? Lo que hace pensar que Scalfari bien podría estar rifando el prestigio intelectual de que goza en Italia por este empecinamiento en hacerle decir a Francisco lo que no dijo. Vale recordar que hace pocas semanas él mismo tuvo que admitir que había tergiversado frases del Papa, usando incluso comillas.
Coppen señala en su artículo que estos comentaristas han convertido a Francisco en "una superestrella de la izquierda liberal", destacando su humildad, su rechazo a los oropeles del cargo y su énfasis en el compromiso con los pobres. Creen que "es el hombre que finalmente llevará los valores liberales iluministas a la Iglesia Católica".
A la inversa, agrega, "cada vez que (el papa Francisco) muestra su lealtad a la enseñanza Católica –denunciando el aborto, por ejemplo, o diciendo que el casamiento gay es una 'regresión antropológica' estos fans liberales hacen oídos sordos". Así por ejemplo, dice Coppen, pasaron inadvertidas las declaraciones del obispo de Malta quien, luego de reunirse con el Papa, contó que éste le dijo que estaba en shock ante la idea de que se permitiera a los gays adoptar y que le había pedido que hablara públicamente contra el tema.
Es tal la ceguera –ironiza Coppen- que "los editores de la revista Esquire lograron de alguna manera convencerse de que una persona que usa el mismo atuendo todos los días es el hombre mejor vestido del 2013".
Coppen también pronostica que en algún momento los fans del nuevo Papa "se darán cuenta de que él no va a bendecir la ordenación de mujeres como obispos, el uso de preservativos, el casamiento gay o el aborto, y entonces se podrán en su contra".
Claro que el editor destaca también las ventajas de esta "adoración". "Por supuesto que si aquellos que caricaturizan a la Iglesia como intolerante e insensible se ven forzados a reexaminar el asunto, entonces el papa Francisco puede alegar que está haciendo su trabajo", dice. Menciona incluso a Hollywood -enemigo no pequeño- entre los que caricaturizan las posiciones de la Iglesia. "Pero ahora el papa Francisco está cambiando el tono, sin cambiar la sustancia", agrega.
De hecho, otro editorialista católico, Pat Archbold, escribió en su blog en el portal de noticias National Catholic Register, una suerte de admisión –bajo la forma de un post irónico- de que el Papa es liberal y aseguró tener las pruebas.
Transcribía entonces varias citas papales a modo de prueba.
"Es deplorable que los homosexuales hayan sido y sean objeto de malignidad violenta en palabras o en acción. Semejante tratamiento merece condena por parte de los pastores de la iglesia donde sea que suceda". Prueba de quealienta la homosexualidad, dice Archbold.
Está enfocado en los pobres: "Si nos negamos a compartir lo que tenemos con los hambrientos y los pobres, convertimos nuestras posesiones en un falso dios. ¡Cuántas voces en nuestra sociedad materialista nos dicen que la felicidad se encuentra adquiriendo la mayor cantidad de cosas y lujos que podamos! Pero eso es convertir las posesiones materiales en falsos dioses. En vez de traer vida, traen muerte".
Es humilde, incluso respecto de su cargo. "La autoridad del Papa no es ilimitada"; o "Los cardenales me han elegido a mí, un simple y humilde trabajador en la viña del Señor. El hecho de que el Señor pueda trabajar y actuar incluso con medios tan insuficientes me consuela, y por sobre todo me entrego a vuestras oraciones".
Se preocupa por el medio ambiente: "Escuchen al voz de la Tierra..."
Cuestiona el capitalismo: "La prevalencia de la mentalidad egoísta e individualista también encuentra expresión en un capitalismo no regulado".
Luego de esta enumeración, Archbold concluye: "Entonces, es tiempo de enfrentar la realidad. Está claro que se trata de una radical divergencia respecto del Papa anterior, en particular de su predecesor. Pero para ser justo, debo señalar que puede haber un pequeño problema en mi análisis".
Y viene entonces su revelación: "Todas las frases que cité más arriba son de Benedicto XVI. Todas".
Archbold alude así a otra afición de los analistas de izquierda: oponer continuamente a Francisco con Benedicto, haciendo caso omiso a todos los signos de buen entendimiento entre ellos.
Por otra parte, el propio Sumo Pontífice se "defendió" de estos desdibujamientos cuando, en una homilía, a dos meses de haber asumido, pidió a los cristianos no tener vergüenza de vivir con "el escándalo de la Cruz". Y señaló que Jesús no escandalizó por sus obras, sus palabras o sus milagros, sino porque afirmó ser Hijo de Dios. "Esto es lo que no se tolera, el demonio no lo tolera", agregó. "La Iglesia confiesa que Jesús es el Hijo de Dios hecho carne: ése es el escándalo".
A continuación, hizo una de esas reflexiones a las que la izquierda –diría Coppen- hace oídos sordos: "Cuántas veces escuchamos: 'Sean un poco más normales, como los demás, no sean tan rígidos, sean razonables'. Pero -advirtió- detrás de eso está: '¡No nos vengan con historias, con que Dios se hizo hombre!' Podemos hacer todas las obras sociales que queramos, y dirán: '¡Qué bien la Iglesia, qué buena tarea social hace!' Pero si decimos que hacemos esto porque estas personas son la carne de Dios, viene el escándalo".
Por si no bastara con los mensajes diarios del Papa, no hay duda entonces de que Archbold encontró un modo original de exponer -por el ridículo- lo absurdo del intento de los Scalfari y compañía de asimilar al Papa a sus posiciones, despojándolo de la radicalidad del mensaje evangélico que Francisco predica a diario... para quien quiera oírlo.