Los combatientes del Estado Islámico en Irak y el Levante (EIIL), un grupo vinculado a Al Qaeda, y miembros de tribus hostiles al Gobierno se hicieron con el control, en los últimos días, de Faluya y de diversos barrios de Ramadi, dos localidades de la provincia de mayoría sunita Al Anbar, fronteriza con Siria.
Este miércoles, combatientes enmascarados seguían desplegados en la ciudad, en particular en los puentes y en las entradas de los barrios, así como en carreteras que conducen a Faluya, constató la AFP.
Debido a los combates y a los bombardeos, más de 13.000 familias huyeron de esta localidad, que cuenta con unos 500.000 habitantes, indicó la Media Luna Roja iraquí.
"La mayoría vive ahora en colegios, edificios públicos y en casa de familiares" de otras localidades, declaró un responsable de la ONG, Mohamed al Juzaie, y precisó que la Media Luna Roja ayudó a más de 8.000 familias en los últimos tres días en la provincia de Al Anbar.
Durante la mañana del miércoles, se registraron enfrentamientos y bombardeos en los barrios de Al-Askari (este) y Al Shuhada (oeste) de Faluya, sin que se conozca qué grupos estuvieron implicados.
A pesar de esta violencia, miembros de la policía de tráfico, encargada únicamente de controlar la circulación de los vehículos, regresaron a la ciudad con la aprobación de los hombres armados.
Los semáforos volvían a funcionar y algunos comercios reabrieron al público. Cerca de Ramadi, el ejército, apoyado por helicópteros, combatía este miércoles a los insurgentes en Jaldiyah, según un capitán de la Policía.
La violencia, que estalló el 30 de diciembre tras el desalojo de un campamento de sunitas que protestaban contra el Gobierno, causó más de 250 muertos, según un recuento de la AFP basado en fuentes médicas y oficiales.
Se trata de la primera vez desde 2003 -cuando se produjo la insurrección en respuesta a la invasión de Irak liderada por Estados Unidos- en que insurgentes vinculados a Al Qaeda toman abiertamente el control de zonas urbanas del país.
Estos últimos combates se producen varias horas después de un llamamiento del EIIL a los sunitas a continuar su combate contra las fuerzas armadas del Gobierno, dominado por los chiitas.
"Sunitas, se los ha forzado a tomar las armas", declaró el vocero del EIIL, Mohamed al Adnani. "No dejen las armas porque si las dejan ahora, los [chiítas] los esclavizarán y no se levantarán de nuevo".
El vocero del Ministerio de Defensa, Mohamed al Askari, indicó el martes que los soldados desplegados cerca de Faluya esperaban antes de lanzar un asalto. Hay que evitar "que corra la sangre de sus habitantes", explicó.
Un asalto contra esta ciudad de mayoría sunita podría agravar las tensiones entre la minoría sunita del país y el Gobierno dirigido por el chiíta Nuri al Maliki.
Constituiría, además, un gran desafío para las fuerzas iraquíes, que no han llevado a cabo un ataque de esta magnitud desde la retirada de los últimos soldados estadounidenses hace dos años.
La provincia de Al Anbar se convirtió en un bastión de la insurrección sunita, en la que las tropas estadounidenses sufrieron duras pérdidas. Las fuerzas iraquíes y estadounidenses recuperaron su control, sobre todo al conseguir el apoyo de tribus sunitas a finales de 2006.
Pero dos años después de la salida de las últimas tropas de EEUU, rebeldes vinculados a Al Qaeda recuperaron fuerza, apoyándose en el conflicto en Siria y en el creciente descontento de la minoría sunita, que acusa a Maliki de acaparar el poder y marginarlos.