El informe del Observatorio
de la Deuda Social Argentina de la Universidad Católica Argentina, llamado
"Heterogeneidades estructurales y desigualdades sociales
persistentes", establece que casi la mitad de los trabajadores
tiene un empleo precario o hace trabajos de indigencia y más de la mitad de las
nuevas generaciones de adultos está excluida del sistema de seguridad social.
Publicado por el diario La Nación, el trabajo tiene datos alarmantes: alrededor de 3 millones de personas están mal nutridas, una de cada 10 viviendas no tiene agua corriente y tres de cada 10, cloacas. Además, entre 2004 y 2012 aumentó la brecha social: la diferencia entre la calidad de vida del sector medio y la del más vulnerable
En otro orden señala que el
Además,
, con un total de 23,5% que necesitan un programa de asistencia social permanente y uno de cada cuatro de estos 500.000 hogares que no accede al valor real de la canasta básica alimentaria.
Remarca además que si en 2003 la tasa de pobreza era del 50,9% de las personas, en 2012 fue de 24,5% y de acuerdo con los datos 5,4% para el Indec en 2012. Es decir que casi el 30% de los argentinos si sumamos el 4,9% de indigentes no logró salir de esta situación, pese al fuerte crecimiento económico. En ese contexto, la ayuda social pasó del 10,3% del PBI en 2007 al 15,3% en 2012.
Asimismo destaca que un amplio porcentaje de quienes formaban parte de los desocupados en 2002 se reinsertó rápidamente en el sistema económico productivo, ya que tenían habilidades laborales, pero se habían quedado sin trabajo después del cierre de fábricas y empresas en medio de la crisis.
Por su parte, según la Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas un hogar constituido por padre, madre y dos hijos necesita un ingreso mínimo de $3900 para no ser considerado pobre mientras que para el Indec, en cambio, necesita $1750 pesos.
Las condiciones de la vivienda son otra variable que marca el aumento de la brecha entre sectores. Si en 2004 un 68,7% de hogares desfavorecidos no tenía conexión a la red cloacal, en 2012 el porcentaje disminuyó poco, al 61,3%, mientras que asciende a sólo el 8,1% en niveles medios y altos.
Lo mismo sucede con el gas, situación que empeoró durante el kirchnerismo para los sectores de menos recursos: 68,5% no tenían conexión a la red de gas en 2012, contra el 68,2% en 2004. Hoy, sólo el 6,3% en el nivel socioeconómico medio-alto no tiene conexión a la red de gas, mientras que en 2004 el porcentaje era del 10,8%, según informa el diario La Nación.
A nivel nacional existen 2.700.340 hogares deficitarios. Entre ellos, 566.095 viviendas precarias irrecuperables y 1.579.129 que se pueden reconstituir. Había 2.640.871 hogares deficitarios en 2001.
"La marginalidad estructural no mejoró en la Argentina a pesar de años en los que el país creció a un ritmo de 8% anual. Se cristalizó la pobreza estructural, la imposibilidad de alcanzar niveles elementales de bienestar e integración social", dice Agustín Salvia, investigador jefe del Observatorio.
En este sentido, asegura que "la mitad de los pobres de 2002 dejaron de ser pobres, pero los niveles anteriores a la crisis se agravaron. Buena parte de la conflictividad social tiene que ver con la desigualdad y con expectativas no satisfechas. El delito, el arrebato y el saqueo están dentro de un contexto de descomposición social, de gente que siente que el sistema no los incluye y que la distancia con los que están mejor es cada vez mayor"
"Está aumentando la pobreza por la inflación y el estancamiento del empleo formal. En 2013 subió por encima del 25%", añadió Salvia, según el informe publicado por el matutino.
Desde el Observatorio aclararion que "los hogares más pobres han perdido capacidad para acceder por sus propios medios a viviendas, servicios de salud y educación de calidad y la política asistencia del Estado no llega a todos".
"La pobreza se explica cada vez más por la falta de empleos de calidad y la persistencia de empleos precarios, informales y de indigencia. La tesis que presenta este trabajo es que el crecimiento económico y los programas sociales no han sido suficientes para reducir las desigualdades económicas fundadas en la segmentación del mercado de trabajo y otras exclusiones sociales", agregaron.
En ese marco, "se han deteriorado las potencialidades político-ciudadanas para alterar de manera progresista la matriz estructural de marginalidad. El aumento de la inseguridad y de la violencia no es consecuencia de la pobreza sino de la mayor desigualdad".