"Lolek, por tu amor estoy sufriendo aquí. Tola".
Con ese desgarrador mensaje, Tola Turska, que en 1944 tenía 19 años, buscó inmortalizar su presencia y la de su amado en esa terrible prisión nazi.
Días atrás había sido encarcelada luego de que la Gestapo, policía secreta del Tercer Reich, atrapara a su novio Lolek, que pertenecía a un grupo insurgente que pretendía derrocar al régimen de Adolf Hitler. Al registrarlo, hallaron una foto de la joven.
Tras varios días de torturas en los que los agentes le pedían información de la organización secreta, Tola notó los grafitis y grabados en la pared de su celda y decidió empezar a escribir.
Unos 70 años después regresó a la celda 4 en la que había escrito esa triste sentencia y pudo ver que se mantenía intacta, junto a otras 1.800, propiedad de miles de prisioneros que pasaron por los calabozos nazis.
En un intento de reivindicar a todas esas personas que tanto sufrieron, Werner Jung, director del Centro de Documentación del Nazismo con sede en Colonia, recopiló todos esos mensajes en un libro: Paredes que hablan. Algunos están escritos en francés, otros en alemán, en polaco y en inglés.
Pero el más conmovedor de todos ellos está en ruso. Es una carta que escribió en la pared un soldado desconocido a su esposa y su hija.
"Saludos, mi esposa,
. Bien detrás de
, él agoniza cuando mira por la ventana. La libertad y su pequeña hija están muy lejos. En vano garabatea en las paredes, escribiendo cartas a su querida esposa. La imagen de ella aparece en la pared, y
. Crecerás y serás grande y
en su vejez. Conduciendo el automóvil con mano firme, sobrevolando toda la extensión del país.
".