Las bacterías de los perros, el remedio para evitar las alergias

Un estudio efectuado por el centro médico de la Universidad de Maastricht, en Holanda, asegura que el contacto con perros en los niños desde una edad temprana reduce la posibilidad de desarrollar alergias y asma en el futuro

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Un perro no solo será siempre el mejor amigo del hombre sino que ahora también tiene más motivos para ser una buena compañía, ya que cada vez hay más evidencias que prueban que la exposición a los canes durante los primeros años de vida puede disminuir las posibilidades de que los niños desarrollen alergias y asma, tal como publica la revista Science en un artículo.

En esta oportunidad, los investigadores vincularon ese efecto a un microbio que vive en el intestino. El estudio sugiere que complementar la dieta infantil con la cantidad justa de una serie de bacterias puede ayudar a prevenir alergias, incluso sin tener a un perro como mascota.

"Este documento ilustra elegantemente cómo una exposición ambiental protege contra una respuesta alérgica al mediar esta bacteria", declaró John Penders, epidemiólogo molecular del Centro Médico de la Universidad de Maastricht en los Países Bajos, que no estuvo involucrado en la investigación. "Estudios como este proporcionan nuevas pistas" sobre cómo se podrían manipular los microbios en el intestino para prevenir o tratar las alergias, indicó la especialista.

Hace más de una década, expertos estadounidenses que revisaron las historias clínicas de niños que vivían con mascotas –perros y, en menor medida, gatos– descubrieron que éstos eran menos propensos a desarrollar alergias y asma.

El nuevo trabajo suma otra evidencia a la hipótesis de la higiene –debatida desde hace mucho tiempo– que sostiene que el estilo de vida moderno y más pulcro puede hacernos más susceptibles a las alergias, el asma y los trastornos autoinmunes.

"Hay una gran cantidad de estudios que muestran que la exposición a los animales domésticos o al ganado reduce la prevalencia de las enfermedades alérgicas, lo que es un paso emocionante en la comprensión del mecanismo detrás de eso", indicó Suzanne Havstad, bioestadista del Hospital Henry Ford en Detroit , Michigan, quien no participó en el trabajo.

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