Los rebeldes dijeron que los bombardeos inusualmente intensos han hecho huir a los civiles al campo y se podría presagiar una ofensiva terrestre del gobierno contra la ciudad, cuya mitad es controlada por la oposición, y ha estado dividida durante año y medio por terribles enfrentamientos.
El momento de la campaña aérea —cinco semanas antes de una conferencia internacional de paz para Siria— también suguiere que el presidente Bashar al Assad podría tratar de fortalecer su posición en el terreno mientras expone la debilidad de la oposición antes de sentarse a la mesa de negociaciones.
Hay mucho en juego en la batalla por Alepo, la ciudad más grande del país y anteriormente su eje comercial. Ha sido uno de los frentes más importantes en la guerra civil desde que los insurgentes lanzaron una ofensiva allí a mediados de 2012. Desde entonces, las sangrientas batallas callejeras han ido forjando áreas controladas por la oposición y otras bajo control del gobierno.
Desde que comenzó este domingo, el asalto aéreo ha castigado a más de una decena de vecindarios en zonas de Alepo controladas por rebeldes. La campaña ha dejado al menos 189 muertos y 879 heridos, informó el miércoles la organización Médicos Sin Fronteras.
Los ataques de este miércoles alcanzaron cuando menos cuatro barrios en la urbe, dijo el activista Abu al-Hasán Marea, quien se encuentra en Alepo. Una bomba explotó cerca de la escuela Ahmad al-Qassar, mientras que otra cayó junto a un dormitorio estudiantil, declaró vía Skype.
Los activistas en Alepo dicen que la ofensiva de cuatro días ha sido la más intensa que han visto desde que comenzó el alzamiento popular contra Assad en marzo de 2011.
El gobierno sirio suele usar bombas de barril, las cuales contienen cientos de kilos de explosivos y provocan daños masivos al caer. Los activistas las describen como "barriles de sangre" debido a su efecto devastador.
La ofensiva aérea gubernamental ha abrumado las instalaciones médicas de Alepo, ya de por sí sobrecargadas de trabajo, advirtió el martes Médicos Sin Fronteras.
Al menos 120.000 personas han muerto por la guerra civil en Siria y casi nueve millones han huido de sus hogares.