Hoy, el Gobierno anunció, en boca del jefe de Gabinete, que no descarta la implementación de "cortes programados y rotativos" de luz. El comentario recuerda a lo que sucedió a fines de los 80, cuando el gobierno de Raúl Alfonsín llevó adelante esa política con el fin de evitar que los usuarios afectados sean siempre los mismos.
Por entonces, la Argentina afrontaba una de las peores crisis energéticas de su historia. En abril de 1988 comenzaron las interrupciones en el suministro con cortes de 5 horas. Pero la medida no tuvo éxito. Como era esperable, el panorama se complicó a fin de año, con el calor típico de la estación y el aumento de la demanda.
Además, el cuadro se había agudizado por entrar fuera de servicio la central nuclear de Atucha, y la caída de dos bombas de la central hidroeléctrica de Embalse Río III. Un incendio producido en La Pampa también afectó una red que distribuía luz desde El Chocón. Las opciones para afrontar la delicada coyuntura no eran muchas.
En diálogo con Infobae, el secretario de Energía de Raúl Alfonsín, Roberto Pedro Echarte, afirmó que "se inmoló" al asumir la tarea porque sabía que "le iba a costar el cargo". Fue miembro del comité de emergencia armado para la ocasión por el presidente de la UCR, y que estuvo integrado por sus pares de Interior, de la secretaría de Cultura, y la Policía Federal. También participaron los ministros de Obras Públicas, Rodolfo Terragno, y de Economía, Juan Sourrouille.
Consultado sobre la situación que atraviesa el sector energético hoy, el ex secretario indicó que el Gobierno "no va a conseguir nada" si impulsa los cortes programados. "Eso no es gratis, hay que hacer una gran inversión en el sistema eléctrico y el Gobierno no está convencido. No queda otra que importar energía, a la gente hay que satisfacerle las necesidades", sostuvo.
La profunda crisis de energía durante los años de Alfonsín transitó un impasse con la llegada del gobierno de Carlos Menem a la presidencia. El mandatario peronista decidió no llevar adelante más interrupciones del suministro eléctrico, y emprendió una reestructuración del sector partiendo el sistema en tres segmentos (generación, trasmisión y distribución) para su posterior privatización.