Los casos que se judicializan son los que conforman las verdaderas estadísticas sobre criminalidad. Cuando se denuncia un secuestro interviene la División Antisecuestros de la Policía Federal, la fiscalía federal de turno y el juzgado. Todo queda registrado. Se intervienen teléfonos, se contiene a las víctimas y, una vez liberados los secuestrados, se comienza a investigar para tratar de descubrir a los captores.
Desde el 2 al 9 de diciembre se judicializaron diez secuestros en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Seis de esos secuestros fueron virtuales. En general se realizan los viernes por la noche cuando los secuestradores saben que las familias tienen hijos adolescentes que pueden estar fuera de la casa.
Según fuentes judiciales consultadas, la modalidad de los últimos secuestros virtuales denunciados, es similar. Alguien llama al voleo a un celular y una voz joven grita del otro lado: "Mamá me tienen secuestrado".
La voz se asemeja a la de cualquier adolescente en estado de desesperación. El familiar cree que es su hijo/a que casualmente no está en su casa. Luego de los gritos del secuestrado el secuestrador toma el control de la situación y amenaza con matar a la víctima si no le pagan. Piden no cortar la comunicación, así evitan que los familiares se puedan comunicar con el secuestrado. Como las llamadas son al azar a veces llaman a gente que no tiene hijos o que están allí con ellos. En ese caso la historia termina.
De los seis secuestros virtuales que se denunciaron en esta semana, por lo menos en un caso hubo pago de rescate. Una familia dejó dinero en una bolsa en la esquina de su casa. Por supuesto, nadie había sido secuestrado. Pero los delincuentes cobraron igual.
También hubo cuatro secuestros reales. Uno de ellos fue un robo seguido de privación ilegítima de libertad. A una mujer y su esposo les cruzaron dos autos cuando llegaban a su casa. Tenían información: les dieron detalles sobre dos comercios que tenían en determinado barrio de la Ciudad y les pidieron dinero.
Se llevaron 10 mil pesos que había en el auto y también a la señora. Le quitaron un anillo y 130 pesos. Y luego la liberaron: le devolvieron 15 pesos para que desde un locutorio pudiera avisar que estaba en libertad.
Otro de los secuestros se realizó en Morón, pero un amigo del secuestrado fue hasta la comisaría 51 y pidió ayuda porque, dijo, iba a realizar el pago del rescate. Se hizo la denuncia, se intervinieron los teléfonos y luego de varias horas de ir y volver desde Capital hasta Panamericana y Camino del Buen Ayre, liberaron al secuestrado. Se supone que la gran presencia policial hizo fracasar el cobro.
En otro de los casos de esta semana tres jóvenes de unos 20 años fueron interceptados por dos personas en un auto. Uno de los tres jóvenes resistió y se bajó del auto al que se subieron los captores con los otros dos. Con uno de los jóvenes fueron hasta la casa y allí le robaron unos 90 mil pesos que tenía para cambiar su auto. Luego los liberaron. Sobre el cuarto secuestro denunciado no se conocieron detalles.
Lo cierto es que llama la atención en Tribunales la cantidad de hechos concentrados en tan poco tiempo. Habitualmente hay casos aislados, tanto de secuestros virtuales como reales. Pero nunca tantos en, apenas, una semana.