Argentina conmemora 30 años de democracia

La llegada al poder de Raúl Alfonsín el 10 de diciembre de 1983 marcó un quiebre para que diversos gobiernos obtuvieran apoyo popular. El análisis de pensadores destacados

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 Rodrigo Acevedo 162
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El presidente Raúl Alfonsín y
El presidente Raúl Alfonsín y su esposa recorren a bordo del auto descapotable que los trasladó desde el Congreso hacia la Casa Rosada, el 10 de diciembre de 1983. AFP 163
Cierre de campaña de la
Cierre de campaña de la Unión Cívica Radical (UCR) en el obelisco, centro de Buenos Aires. Su candidato, Raúl Alfonsín, ganó las elecciones y se convirtió en el primer presidente democrático desde el golpe de Estado de 1976. AFP 163
Raúl Alfonsín recibe la banda
Raúl Alfonsín recibe la banda presidencial del último presidente de facto, Reynaldo Bignone, el 10 de diciembre de 1983. AFP 163

El 10 de diciembre de 1983, los argentinos acompañaron en la calle y a través de las transmisiones radiales y televisivas la entrega del mando al presidente electo Raúl Alfonsín. Siete años y medio de terrorismo de Estado llegaron a su fin con el discurso que realizó el líder radical desde el balcón del Cabildo para anunciar el regreso de la democracia.

A partir de esa fecha, que abrió las puertas al respeto, la libertad y la justicia en una sociedad que había quedado devastada anímicamente por los atropellos de las Juntas Militares, la Argentina supo avanzar en la recuperación de los principios fundamentales para el bienestar general.

En 30 años, Alfonsín, Menem, De la Rúa, Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner llegaron a la presidencia por la voluntad del pueblo. Y esto es recordado considerando que ni Videla, ni Viola, ni Galtieri, ni Bignone fueron elegidos por la mayoría y tuvieron en sus manos la dirección de un país que vivió con miedo de manifestarse contra la opresión.

Ahora, año 2013, al mismo tiempo que el kirchnerismo realiza un acto en conmemoración de aquel quiebre político, diversos pensadores argentinos decidieron unir sus interpretaciones de lo acontecido para difundirlas en el libro Un balance político a 30 años del retorno a la democracia en Argentina, editado y difundido desde hace unos días por la Fundación CADAL.

Graciela Fernandez Meijide, secretaria de la Conadep y ex ministra de Desarrollo Social, colaboró en el texto y afirmó que una base de la democracia proyectada en 1983 fue instalar el tema de la violación de derechos humanos. "Podría haber ganado Ítalo Luder y no haber ocurrido nada de lo que pasó. Sin embargo, la sociedad quiso abrir un espacio a la denuncia de los delitos de lesa humanidad y eso motivó la elección de Alfonsín", explicó en la presentación del libro realizada en una sede de la Alianza Francesa.

"Fue el temor a lo que había sido y a lo que identificaban como lucha feroz, sobre todo desde 1973 hacia adelante, en el propio peronismo. Eso permitió que se avanzara en el tema investigación y en los juicios a los militares; puso un umbral".

"Mucho después, con la Constitución de 1994, se instaló el tema de los derechos humanos; porque en todas las décadas del 60 y del 70, la sociedad nunca estaba hablando de eso. Al contrario, cuando estalló la violencia, no era un tema preciado, ya que en ambos bandos estaban dispuestos a matar y morir".

"Y aunque quedó instalado, lo que uno debería preguntarse es con cuánta intensidad. Desde las instituciones sí, pero creo que hoy por hoy en la concepción general uno dice 'derechos humanos' y la gente vuelve a pensar en el pasado. El relato del kirchnerismo instrumentalizó ese pasado y lo presenta como lo único válido".

"Yo creo que el concepto de derechos humanos está, pero la vivencia fuerte, no. Porque cuando Daniel Filmus habla de los que no trabajan ni estudian y dice 'Menos mal que esas mujeres que tienen hijos cobran la Asignación Universal y pueden comer', ese señor era considerado progresista. Qué concepto tiene de los derechos de esas mujeres o el respeto que merecen. Creo que nos queda mucho por hacer", concluyó Meijide.

Por su parte, Gabriel Palumbo, sociólogo y colaborador en diversos medios periodísticos, hizo hincapié en los vaivenes de la militancia política a través de los estilos de cada gobierno. "Lo que requiere la lógica del populismo frena puertas al movimiento juvenil, y actualmente hay una enorme e inadvertida presencia de esos sesgos en casi la totalidad de las agrupaciones. La militancia de La Cámpora, por ejemplo, me parece un ejercicio innecesario para la democracia", expresó.

En su artículo para el mencionado libro, Palumbo hace referencia a la imposición del sacrificio por una idea: "La participación juvenil es fundamentalmente un llamado a la responsabilidad pública y a la responsabilidad privada. Desde un punto de vista liberal, es el llamado a construir una vida feliz para mejorar la conversación con otros y armar así una sociedad distinta y mejor sin necesidad de renunciamientos y sacrificios".

"La idea de participación juvenil no está escindida, entonces, del tipo de régimen político en el cual se desarrolla. Luego de 30 años de ejercicio democrático, parece más interesante pensar el espacio juvenil dentro de una construcción política más grande, que promueva para los jóvenes espacios más amplios, mayores márgenes de libertad y condiciones menos épicas", sentenció Palumbo.

En tanto, Daniel Sabsay, abogado constitucionalista, se declaró optimista ante la revitalización del ánimo popular a reclamar sus derechos. "Hemos visto que la gente se movilizó sin ninguna consigna en la calle y por las redes sociales. Pero si consideramos lo que acaba de pasar en Córdoba y por la elección del rector de UBA, es una contraposición seria; la violencia apareció de un modo que nadie imaginaba. La sociedad está permanentemente en un péndulo, pero hay que agarrarse de lo positivo".

Por último, Luis Alberto Romero, historiador e investigador del Conicet, señaló que lo pensado en 1983 para la democracia fue una ilusión a contrapelo de la Argentina, "como reacción a la dictadura y en la constitución de un sujeto político original".

"Pero, a poco de andar, la nueva democracia comenzó a experimentar las dificultades que la ilusión había permitido ignorar cabalmente. Entonces la desilusión hizo lo suyo para erosionar no sólo el gobierno de Alfonsín, sino todo el proyecto de 1983", opinó.

"Pero hay expectativas de algún cambio. Algunas instituciones han resistido y parecen revivir, como la Justicia. Es posible que el próximo gobierno, que posiblemente tendrá signo peronista, proponga una versión atenuada de sus versiones anteriores. También es posible que en ese contexto pueda elaborarse una alternativa, que todavía no está madura, que ofrezca una combinación atractiva de democracia, república y Estado, de reordenamiento institucional y económico y, sobre todo, de reabsorción del mundo de la pobreza", concluyó el historiador Romero.

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