Libertad de prensa en Cuba: ¿cómo es ser periodista y opositor?

Un ex trabajador de la televisión oficial, un ex preso político que se exilió en España y un joven fundador de su propia agencia de noticias. Tres breves historias de personas que ejercen o ejercieron el oficio en la isla militando en las filas de la disidencia

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La situación política, económica y social en Cuba desde hace décadas es centro de controversias y despierta pasiones hacia ambos extremos. Desde el romanticismo que genera la revolución cubana de 1959, hasta la presentación de la isla como la antítesis de las democracias occidentales; del encanto de una sociedad que parece haberse detenido en el tiempo y que tiene a la solidaridad como principal virtud, a las denuncias por las violaciones a la libertad de expresión y el atraso económico.

El ejercicio del periodismo en el país se ubica dentro de estas dicotomías. Por un lado, una prensa escrita –conformada por el Granma y Juventud Rebelde- que narra una cara de la moneda; por el otro, los folletines distribuidos por la disidencia, que revelan la otra. No debe dejar de mencionarse que el número de canales de televisión se pueden contar con los dedos de la mano, mientras que las radios proliferan y se extinguen a la misma velocidad.

El mismo gobierno de Raúl Castro no desconoce que, en lo que respecta a la prensa, tiene el dedo en la llaga y, por eso, pidió recientemente a los periodistas del oficialismo abandonar el secretismo y los hábitos triunfalistas. Pero debajo de la superficie de los medios que circulan con el aval gubernamental, crecen periódicos digitales y gacetillas clandestinas que llevan la firma de los opositores cubanos.

Ser periodista y disidente en Cuba no es fácil, según relatan en primera persona a Infobae América quienes ejercen la profesión. Ellos dan cuenta de persecuciones y arrestos; de la destrucción de su trabajo e incluso el exilio; de una realidad que difiere de aquella que otros ven, viven y también comparten.

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Jorge Olivera Castillo trabajó por 10 años en la televisión cubana, hasta que un día de 1993 decidió pasarse a las filas de la disidencia. "Fui parte del mecanismo de manipulación que existe para tergiversar la realidad", asegura a Infobae desde La Habana. "Conocí por dentro cómo un solo partido monopoliza toda la vida del país. Antes era muy joven para discernir la realidad; el Gobierno, con el monopolio de los medios de comunicación, nos adoctrinaba. En cierta medida, le creí, hasta que empecé a ver la brecha entre lo que pasaba y lo que mostrábamos en las noticias", sostiene.

"Fui parte del mecanismo de manipulación que existe para tergiversar la realidad"

Colaborador de Cubanet y de Primavera Digital y escritor, comenzó a ejercer el periodismo independiente en 1995. Cuatro años más tarde, fundó la agencia de noticias Habana Press, que dirigió hasta 2003, cuando fue detenido en la Primavera Negra, el arresto de 75 figuras de la disidencia. Condenado a 18 años de prisión, tuvo la posibilidad de salir de la cárcel dos años después, pero con la condición de no abandonar el país o irse al exterior y no volver nunca más, según afirma. "Sigo ejerciendo el periodismo independiente a expensas de ir preso", aclara.

¿Si eso no le genera temor? "Ya no siento miedo, aunque obviamente no quisiera volver a la cárcel. No sabría si podría salir vivo", señala el autor de Huestes del Infierno, libro de ficción surgido a partir de su paso en Guantánamo y otras prisiones del país. "La represión en Cuba siempre ha sido contra la oposición, aunque de manera selectiva. Actualmente la cifra de presos políticos es de 87. Las detenciones arbitrarias tuvieron un pico en noviembre y llegaron a más de 900. Los actos de repudio se mantienen, no han mermado", concluye.

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Alejandro González Raga también es periodista y, al igual que Olivera, fue detenido en el marco de la Primavera Negra. Su futuro fue distinto. En 2008, le dieron dos opciones: seguir en prisión o tener una licencia extrapenal con la condición de irse del país. "Terminamos yéndonos con mi familia, porque todavía me quedaban 9 años y no tengo pasta de apóstol", dice a Infobae desde Madrid, adonde se exilió.

"Los medios opositores funcionan de manera clandestina y artesanal"

Vocero del Observatorio Cubano de Derechos Humanos, indica que el "periodismo alternativo" en Cuba se hace "con la intención de que luego la información rebote por otras vías, las radios o el extranjero". "En Cuba no hay ninguna posibilidad de publicar o de difundir información dentro de la ley; los medios opositores funcionan de manera clandestina y artesanal", explica.

De acuerdo con González, los periodistas pueden sufrir todo tipo de persecuciones, incluso no violentas, como el decomiso de computadoras, impresoras, grabadoras o cámaras fotográficas. La difusión es el mayor enemigo. "Hay folletos, pero su alcance es muy pobre, llegará a 300 o 400 personas, por más que es un esfuerzo válido", remarca. Tampoco internet es garantía: "Funciona a precios prohibitivos y todo es monitoreado, fiscalizado y observado por el Gobierno", según resalta. En cambio, las radios son más eficaces, como Radio Martí, si bien a veces las emisiones son interrumpidas.

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Roberto de Jesús Guerra Pérez tiene apenas 35 años y es uno de los creadores del Centro de Información Hablemos Press. "Decidí dedicarme al periodismo luego de una entrevista en la que conté cómo vivían los campesinos en Cinco Palma, lugar donde nací y lugar declarado histórico por el reencuentro entre Fidel y Raúl Castro luego de que fueran atacados por las tropas de Batista", comenta. La Primavera Negra, en la que fueron detenidos 24 periodistas disidentes, como González Raga y Olivera Castillo, fue un detonante para volcarse al oficio: "Sentí la necesidad de contar al mundo lo que ocurría en Cuba".

"El día a día de los periodistas independientes está marcado por la incertidumbre, el chantaje, las amenazas violentas y todo tipo de persecuciones, además de tener que lidiar con las miserias cotidianas que sufren todos los ciudadanos cubanos. El ejercicio de la prensa independiente es un delito de lesa majestad, un desobediencia civil que se castiga con golpizas, arrestos y condenas de entre seis meses a cinco años", lamenta Guerra, quien revela que fue detenido o advertido por las autoridades, al menos, 160 veces por su labor periodística.

Hablemos Press, al igual que Cubanet, es fundamentalmente un sitio de internet, pero "solo el 2 por ciento de las personas pueden acceder". "Para que el ciudadano de pie pueda leer nuestra información tenemos un pequeño periódico que se distribuye semanalmente. Podemos hacer unas 800 copias porque no tenemos recursos para más", detalla. También existen bibliotecas independientes y circulan discos con información. Todo de manera clandestina.

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De acuerdo con un informe de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), el gobierno de Castro "utiliza los medios de comunicación como vehículos de propaganda", mientras "la censura y la desinformación son permanentes". Al interior del Poder Ejecutivo la autocrítica existe, pero en relación con el ejercicio del periodismo oficialista. Detractores y defensores del sistema cubano esgrimen con fuerza sus argumentos; ambas posturas son irreconciliables. Cuba está dividida en dos extremos; y en el centro se mantiene un intenso debate.

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