El papa Francisco reconoció este martes en su primera exhortación apostólica que está "abierto a las sugerencias" para reformar el papado tras invitar a la Iglesia Católica a realizar una reforma profunda de sus estructuras.
"Me corresponde, como Obispo de Roma, estar abierto a las sugerencias que se orienten a un ejercicio de mi ministerio que lo vuelva más fiel al sentido que Jesucristo quiso darle y a las necesidades actuales de la evangelización", escribió el Papa en el crucial documento titulado Evangelii Gaudium (La alegría del Evangelio).
En este sentido, Francisco asevera que debe "pensar en una conversión del papado" para que el ejercicio de su ministerio "lo vuelva más fiel al sentido que Jesucristo quiso darle y a las necesidades actuales de evangelización".
Francisco cita al papa Juan Pablo II quien pidió que se le ayudara a encontrar una forma de ejercicio del primado y aseguró "que hemos avanzado poco en ese sentido".
También el papado y las estructuras centrales de la Iglesia universal -continúa- necesitan la llamada a una conversión pastoral, y apunta a que el Concilio Vaticano II quiso que las Conferencias Episcopales pudieran "desarrollar una obra múltiple y fecunda, a fin de que el afecto colegial tenga una aplicación concreta".
Explica que sin embargo, "este deseo no se realizó plenamente, por cuanto todavía no se ha explicitado suficientemente un estatuto de las Conferencias episcopales que las conciba como sujetos con atribuciones concretas, incluyendo también alguna auténtica autoridad doctrinal".
Una excesiva centralización -mantiene- más que ayudar, complica la vida de la Iglesia y su dinámica misionera.
El Papa asegura además que la reforma de las estructuras eclesiales debe pasar porque "todas ellas se vuelvan más misioneras (...) que coloque a los pastores en constante actitud de salida".
E invita a recuperar "la frescura original del Evangelio", encontrando "nuevos caminos" y "métodos creativos", a no encerrar a Jesús en nuestros esquemas aburridos" porque "un anuncio renovado ofrece a los creyentes, también a los tibios o no practicantes, una nueva alegría en la fe y una fecundidad evangelizadora".
"Es vital que hoy la Iglesia salga a anunciar el Evangelio a todos, en todos los lugares, en todas las ocasiones, sin demoras, sin asco y sin miedo". Llegando "hasta la humillación si es necesario", subraya el Papa.
La palabra alegría, ya desde el título, salpica todo el documento. Porque Francisco no quiere evangelizadores "con cara de funeral", "tristes y desalentados, impacientes o ansiosos" sino personas "cuya vida irradie el fervor de quienes han recibido alegría de Cristo.
Flexibilización moral y aborto
En otro pasaje, Francisco aclara que "ni el Papa ni la Iglesia tiene el monopolio en la interpretación de la realidad social o en la respuesta de soluciones para los problemas contemporáneos", destaca en otro pasaje del documento.
El Papa también destaca que la Iglesia Católica no debe "obsesionarse con la transmisión desarticulada de una multitud de doctrinas", y que debe ser consciente que "los preceptos dados por Cristo son poquísimos".
Sin embargo, Francisco reafirma su postura sobre el aborto y afirma: "No debe esperarse que la Iglesia cambie su postura sobre esta cuestión. Quiero ser completamente honesto al respecto. Este no es un asunto sujeto a supuestas reformas o 'modernizaciones".
"Sin embargo esta defensa de la vida por nacer está íntimamente ligada a la defensa de cualquier derecho humano: supone la condición de que un "ser humano es siempre sagrado e inviolable", afirma.
Pobreza, violencia, fundamentalismo y libertad religiosa
En el documento Francisco critica largamente el "sistema económico mundial", dedicando además varios párrafos a la pobreza, a la obligación de los fieles y de los sacerdotes de ir hacia los pobres. "En tanto no se eliminen laexclusión y la disparidad social, en la sociedad y entre los diferentes pueblos, será imposible erradicar la violencia. Se acusa a los pobres (por) la violencia pero, sin igualdad de oportunidades, las diferentes formas de agresión y guerra encontrarán un terreno fértil que tarde o temprano provocará la explosión", advierte el Papa.
Asimismo, denuncia la trata de seres humanos: "Muchos tienen manos que chorrean sangre a causa de su complicidad confortable y muda".
Francisco implora "humildemente" a los países musulmanes que aseguren la libertad religiosa a los cristianos, "teniendo en cuenta la libertad de la cual gozan los profesantes del Islam en los países occidentales".
A la vez que manifiesta su inquietud por "episodios de fundamentalismo violento" en ciertas regiones del mundo, exhorta a evitar las "generalizaciones odiosas", porque "el verdadero islam se opone a toda violencia".