Después de meses de mantener la intriga, a pesar de que apenas había dudas de que lo haría, el mandatario de Colombia, Juan Manuel Santos, confirmó esta semana que buscará la reelección en los comicios presidenciales de 2014. En su discurso desde la Casa de Nariño, hizo hincapié en el proceso de paz que su gobierno inició con las FARC y en los avances en materia de seguridad. "No hay que permitir que se pierda todo lo que hemos logrado", señaló.
De esta forma, Santos marcó lo que será el gran eje de la campaña electoral, el pilar sobre el que construirá su estrategia para lograr un segundo mandato. En términos dicotómicos, lo que Santos plantea a los colombianos es elegir entre el diálogo con la guerrilla para alcanzar el fin del conflicto armado, que azota al país hace medio siglo, o romper las conversaciones y tomar una posición de mano dura, que es lo que propone el uribismo.
"Santos apunta a que necesita más tiempo para terminar el proceso de paz. La esencia de la campaña va a girar sobre ese tema, sobre todo porque su principal adversario por el momento es Óscar Iván Zuluaga, el candidato del ex presidente Álvaro Uribe, que se ha opuesto rotundamente a este proceso", indicó a Infobae Yann Basset, docente de Ciencia Política y Gobierno y Relaciones Internacionales de la Universidad del Rosario.
"Las dos principales fuerzas políticas, las que muy probablemente pasen a la segunda vuelta electoral -porque no creo que Santos ni que Zuluaga puedan alcanzar la mitad más uno de los votos en el primer término-, polarizan sobre este tema. Entonces, el eje del debate va a estar puesto ahí", coincidió Juan Pablo Milanese, investigador de la Universidad ICESI, de Cali.
Sin embargo, basar la estrategia electoral sobre un proceso en el que intervienen otros actores -los guerrilleros de las FARC- puede jugarle en contra a Santos, ya que no podrá manejar todas las variables. No debe olvidarse de que el diálogo se tensó en distintas ocasiones y que la amenaza de que se quiebre está latente, en especial, si se tiene en cuenta el extenso historial de negociaciones truncadas para lograr la paz en Colombia.
En cierto sentido, Santos queda en una situación dependiente de las FARC. "La manera en que se vayan desencadenando los diálogos va a afectar a Santos como candidato y, en términos generales, a su gobierno", advirtió Milanese. "Pero un avance relativamente rápido en los próximos meses bien puede ser una bocanada de oxígeno, sobre todo porque puede terminar acercando a votantes que no se sienten naturalmente atraídos por él", aclaró.
El fin del conflicto armado es un anhelo de la mayoría de los colombianos. De acuerdo con un reciente sondeo del Observatorio de la Democracia de la Universidad de Los Andes, el 59,1 por ciento de los encuestados apoya la salida negociada con la guerrilla. No obstante, impera el escepticismo: el 44,7% cree que es casi imposible que las FARC se desmovilicen y el 39,6% ve improbable que dentro de un año se logre realmente la paz. La esperanza es algo con lo que juega el mandatario.
Si bien el diálogo con las FARC es central, no es el único tema que toca a Santos. Milanese remarcó a Infobae que la guerrilla es un actor fundamentalmente "rural", por lo que su acción afecta a un sector determinado de la población. "La violencia en los grandes centros urbanos está vinculada a otro tipo de cuestiones, como la delincuencia", explicó. No en vano el jefe de Estado colombiano subrayó también, durante su lanzamiento a la reelección, los logros con respecto a la seguridad del país, como la lucha contra las bandas criminales.
Pero aun así el mandatario tiene mucho por resolver en vista de un nuevo período en el Poder Ejecutivo. Las demandas en educación y en salud no están desactivadas, mientras que los fantasmas del paro agrario y del paro minero, que duraron meses y socavaron la imagen positiva de Santos, siguen revoloteando.
Para Milanese, sin embargo, el peligro no es directo. "Las negociaciones con los sectores agrario y minero fueron establecidas para que nada de esto volviera a explotar antes de las elecciones, con subsidios o salvaguardas frente a la importación de ciertos productos que hacían que los colombianos no fueran competitivos. Pero no está blindado; lo que hizo más mella sobre su imagen ha sido la torpeza del Gobierno para manejar la cuestión rural", aseveró.
Por su parte, Basset consideró que estos temas, particularmente la educación y la cuestión campesina, serán puestos en la agenda por los sectores de izquierda, que mantienen distancia ideológica con el presidente colombiano. Eso no necesariamente será un obstáculo, a pesar de que la izquierda logre abrir el debate al respecto. El fundamento está nuevamente en el diálogo de paz con las FARC, que puede "revertir la mala imagen".
Vale recordar que, de acuerdo con un estudio de Gallup de principios de noviembre, la aprobación de Santos repuntó al 29%, pero que en agosto ese porcentaje era de 21 puntos en medio de las protestas mineras y agrarias. El aumento de la percepción aumentó en coincidencia con el anuncio del segundo acuerdo en La Habana, sobre la participación política de las FARC. Eso no quita que sigue siendo un nivel bajo.
"La opinión pública es bastante volátil y tener éxito en el diálogo o alcanzar un acuerdo significativo en alguno de los puntos sensibles puede disparar la imagen de Santos hacia arriba", sostuvo Milanese. Asimismo, popularidad e impopularidad no son sinónimo de intención de voto, según diferenció: "Muchas personas que no se sienten cercanas a Santos ni piensan parecido a él puede que lo terminen votando" antes que al uribismo, en parte, debido a su punto de vista distinto con respecto al proceso iniciado con la guerrilla.
Tampoco se debe desdeñar el lugar que ocupa Santos en la escala ideológica colombiana. "Tiene una oposición a la derecha, encabezada por Uribe, y otra a la izquierda. Pero son dos posiciones separadas y bien distintas, y Santos está en un gran centro. Aparte, muchos electores estarán dispuestos a reelegirlo a falta de una mejor opción", afirmó Basset. "Al estar en el centro, está muy cerca del votante medio y puede formar coaliciones con fuerzas de centro izquierda o de centro derecha. Y además, cuenta con el aparato y los recursos del Estado", agregó Milanese.
El panorama político, a pesar de los tropiezos y a la percepción sobre su imagen, parece favorecer a Santos, en especial, porque el segundo candidato fuerte que por el momento confirmó su intención de competir en los comicios del 25 de mayo es Zuluaga, quien tiene el apoyo de Uribe, pero no es equiparable al ex presidente ante la opinión pública. De todas maneras, todo indica que el futuro de Santos, antes que definirse en las urnas, estará atado a lo que suceda con las FARC.