Andrew Huszar escribió un artículo en el The Wall Street Journal para pedir disculpas a los Estados Unidos. Fue directivo de Morgan Stanley (la entidad financiera que desarrolla su actividad como banco de inversiones y agente de bolsa) y responsable de dirigir el programa de recompra de activos hipotecarios durante 2009 y 2010 por valor de 1,2 billones de dólares.
A continuación, el texto de Huszar:
Organizamos una juerga de compra de bonos que se suponía iba a ayudar a la gente de a pie, pero sólo ha sido una fiesta para Wall Street.
Sólo puedo decir: lo siento Estados Unidos. Como ex funcionario de la Reserva Federal, responsable de la ejecución de la primera pieza central del programa "expermiental" de la Fed de compra de bonos conocido como "flexibilización cuantitativa". El Banco Central sigue vendiendo la QE como una herramienta para ayudar a la de a pie. Pero he llegado a reconocer que el programa para lo que sirve es para operar como la mayor puerta trasera de la historia creada para salvar a Wall Street.
Hace cinco años, también en un mes noviembre, la Reserva Federal puso en marcha un programa de compra de bonos que no tenía precedentes. En ese punto de la crisis financiera, el Congreso ya había aprobado una legislación, el Programa de Alivio de Activos en Problemas, para detener la caída libre del sistema bancario de los EEUU. Más allá de Wall Street, sin embargo, el dolor económico seguía aumentando. En los últimos tres meses de 2008, casi dos millones de estadounidenses perdían sus puestos de trabajo.
La Fed dijo que quería ayudar a través de un nuevo programa de compra masiva de bonos. El programa tenía objetivos secundarios, pero el presidente Ben Bernanke dejó claro que la motivación principal de la Fed era "reducir el coste del crédito para los hogares y las empresas". Reducir el costo del crédito para que más estadounidenses que estaban sufriendo en sus carnes una economía que se hundía, pudieran superar la recesión. Por esta razón, al programa de compra de bonos se llamó originalmente la iniciativa de distensión del crédito.
Mi participación en esta historia comenzó unos meses más tarde. Después de haber estado en la Reserva Federal durante siete años, hasta principios de 2008, yo estaba trabajando para una firma de Wall Street en la primavera de 2009 cuando recibí una llamada telefónica inesperada. "¿Está interesando en volver a trabajar como trader para la Fed?" El trabajo por realizar: la gestión de la compras de bonos, un intento salvaje para comprar 1250 mil millones dólares en bonos hipotecarios en 12 meses. Increíblemente, la Fed me estaba llamando para preguntarme si quería dirigir el mayor estímulo económico en la historia de EEUU.
Era un trabajo de ensueño, pero vacilé. Y no fue sólo por el nerviosismo de la responsabilidad del cargo. Había dejado la Fed frustrado de ver cómo la institución cada vez cedía más y más a Wall Street. La independencia se encuentra en el corazón de la credibilidad de un banco central, y yo había llegado a creer que la independencia de la Fed se estaba seriamente erosionando.
Sin embargo, altos cargos de la Fed, estaban empezando a reconocer públicamente errores haciendo especial hincapié en una necesaria remodelación de Wall Street. Me di cuenta que necesitaban desesperadamente refuerzos. Y opté por realizar un acto de fe.
En sus casi 100 años de historia, la Fed nunca había comprado un bono hipotecario. Ahora el programa que me tocaba dirigir estaba comprando tantos bonos cada día que constantemente corríamos el riesgo de provocar una subida en los precios de los bonos estratosférica que mermara la confianza global en los mercados clave. Trabajamos febrilmente para dar la impresión de que la Fed sabía lo que estaba haciendo.
No pasó mucho tiempo antes de que mis viejos temores volvieran a surgir. A pesar de la retórica de la Fed, el programa de compra de bonos no estaba ayudando a hacer el crédito más accesible para el estadounidense promedio. Los bancos estaban dando cada vez menos préstamos. Más todavía, si daban algún crédito nuevo este no era precisamente más barato. El programa de QE había reducido el precio al que los bancos obtenían financiación, pero todo el cash extra obtenido se estaba quedando en los bolsillos de Wall Street.
Desde las trincheras, otros gerentes de Fed también comenzaron a expresar la preocupación de que el programa QE no estaba funcionando según lo previsto. Nuestras advertencias cayeron en oídos sordos. Ahora la única obsesión parecía ser la más reciente encuesta de expectativas de los mercados financieros o la última entrevista con los principales banqueros de Wall Street o los gestores de Hedge Funds.
La primera ronda de QE terminó el 31 de marzo de 2010. Los resultados finales confirmaban que, si bien había sido sólo un alivio trivial para la gente de a pie, la compra de bonos del banco central de EEUU había tenido un gran impacto para Wall Street. Los bancos no sólo se beneficiaban de un menor coste de financiación. También empezaron a disfrutar de las plusvalías que comportaban unos activos que no paraban de subir de precio y gozaban con las suculentas comisiones que se embolsaban cómo actuando como brokers de la Fed. Wall Street había experimentado su año más rentable en 2009 y 2010 apuntaba en la misma dirección.
Visto los resultados del primer QE, uno podría pensar que finalmente la Fed se puso a pensar en si el programa QE tenía sentido. Pues bien, sólo unos meses más tarde, después de una caída de 14 % en el mercado de valores de EEUU y renovada la debilidad en el sector bancario, la Reserva Federal anunció una nueva ronda de compra de bonos denominada: QE2 .
Fue entonces cuando me di cuenta de que la Fed había perdido toda capacidad de pensar de forma independientemente de Wall Street. Desmoralizado, regresé al sector privado.
¿Dónde estamos hoy?
La Fed mantiene la compra de aproximadamente $85 mil millones en bonos al mes, crónicamente retrasan cualquier atisbo de intento de reducir el importe de las compras mensuales. Durante los últimos cinco años, las compras de bonos por parte de la Fed han llegado a superar los $4 billones de dólares. Sorprendentemente, en un país donde supuestamente predomina el libre mercado, el programa QE se ha convertido en la mayor intervención de los mercados financieros realizada por cualquier gobierno en la historia mundial.
¿Y el impacto? Incluso para los cálculos más optimistas de la Fed, el QE, ha generado, en cinco años, unos pocos puntos porcentuales de crecimiento en el PIB de los EEUU. Es más, algunos expertos como Mohammed El Erian del fondo de inversión Pimco, sugieren que la Fed ha imprimido $4 billones de dólares para obtener un crecimiento de solo el 0,25% del PIB.
Si eres Wall Street durante el programa QE habrás acumulando cientos de miles de millones de dólares en subsidios opacos cortesía de la Fed, los bancos estadounidenses han visto como el precio de sus acciones se triplicaba desde 2009 y los bancos más grandes han logrado convertirse en el cartel más poderoso de la tierra. El 0,2% de los bancos controla más del 70 % de los activos bancarios estadounidenses.
En cuanto al resto de América, buena suerte. Debido a que el programa QE ha bombardeado de forma implacable durante 5 años dinero a los mercados, la necesidad que podía tener Washington para hacer frente a la verdadera crisis ha quedado atenuada. Los problemas estructurales que tiene la economía de EEUU no han sido abordados, y si, los mercados financieros han tenido un rally espectacular... pero ¿Cuánto va a durar? Según expertos como Larry Fink, de Blackrock, los mercados están de nuevo en modo burbuja. Mientras tanto la economía del país sigue siendo cada vez más dependiente de Wall Street.
Incluso cuando se observa que hay deficiencias en el programa QE, el presidente Bernanke sostiene que un poco de acción por parte de la Fed es mejor que no hacer nada (una posición que su sucesora Janet Yellen, también comparte).
La implicación es que la Fed está compensando las disfunciones de Washington. Pero ahora es la Fed la que se encuentra en el centro de esa disfunción.