Cientos de promesas incumplidas, planes que cayeron en el fracaso, años de abandono y la persistente idea de utilizar un río como si fuera un basural. Eso hace que hoy la cuenca del río Matanza y su desembocadura en el Río de la Plata, conocida popularmente como Riachuelo, figure entre los 10 lugares más contaminados del mundo.
De olor nauseabundo y color barroso, este curso de agua turbia que bordea la ciudad de Buenos Aires por el sur comparte el triste ranking que cada año desde 2007 elaboran la organización ambientalista Blacksmith Institute, con sede en Nueva York, y la Cruz Verde Suiza, sobre la base de 2.000 riesgos estimados en sitios contaminados en 49 países.
El informe, publicado este lunes, señala que 15.000 industrias descargan desechos en el río y que las plantas químicas son responsables de más de un tercio de la polución. Los niveles de cinc, plomo, cobre, níquel y cromo depositados en las riberas del Matanza-Riachuelo superan los niveles recomendados. Además -precisa el estudio- aproximadamente el 60% de las alrededor de 20.000 personas que residen en las cercanías de este río, viven en zonas consideradas inapropiadas para los humanos.
La primera iniciativa para sanear sus aguas data del segundo gobierno patrio derivado de la Revolución de Mayo de 1810, conocido como el Directorio (1814-1820). Pero el plan fracasó.
Mucho más cerca en el tiempo está la recordada promesa incumplida de la entonces secretaria de Medio Ambiente del menemismo, María Julia Alsogaray, quien prometió que en solo 1000 días la gente iba a poder "bañarse" en sus aguas.
Desde entonces, sólo algunos avances en la lucha por limpiar el río se lograron a partir de 2006, cuando la Corte Suprema de Justicia conminó a las autoridades a resolver el problema de una vez por todas.
Con más de 60 km de extensión y casi 2.300 km2 de superficie, el agua de la cuenca supera en más de 50% los niveles permitidos de presencia de mercurio, arsénico, zinc y plomo, según Greenpeace y otras entidades ecologistas.
Así, el Riachuelo se ganó un lugar en la lista de los diez lugares más contaminados del mundo elaborada por el Instituto Blacksmith y la Cruz Verde Suiza divulgada el lunes.
Aparece también en la lista de los diez más contaminados Chernobil, en Ucrania, donde todavía si viven las secuelas de la catástrofe nuclear de 1986, así como la localidad rusa de Norilsk, donde la minería y las plantas de fundición de metales pesados son señalados como contaminantes.
También en Rusia, Dzerzhinsk es señalada por las consecuencias de sus numerosas plantas químicas, que incluyen la producción de armas químicas.