Quien solía ser una pequeña rubia se convirtió en poco tiempo en un fortachón capaz de intimidar hasta a los varones más musculosos.
Su cuerpo comenzó a cambiar con la ingesta de esteroides y a levantar pesas de forma frenética. Tras el entusiasmo inicial que le generó ver lo rápido que le crecieron los bíceps, la felicidad comenzó a tornarse preocupación al ver que su fisiología sufría otras alteraciones.
Lo que empezó por el leve crecimiento del vello en el rostro, el pecho y la espalda, continuó con un incremento en el tamaño del clítoris. "Se convirtió en algo muy grande, de casi 3 centímetros de largo. Parece como un pequeño pene", contó la inglesa Candice Armstrong en diálogo con Jodie Marsh para la realización de un documental para TLC.
El esteroide que le causó esos trastornos fue la trenbolona, que en pocos días empezó a transformar su cuerpo e incluso su voz, que se hizo mucho más grave. Luego se le cortó la menstruación.
Candice vive por momentos un calvario, ya que se siente plenamente mujer, pero por su aspecto todos creen que es un varón. Ni siquiera puede usar vestimenta femenina, porque causa demasiado escándalo en los sitios a los que acude: la gente piensa que está disfrazada y buscando provocar.
"Podría argumentarse que cuando deseé tener brazos y hombros más grandes buscaba una apariencia masculina, pero nunca decidí conscientemente dejar de ser mujer y convertirme en un hombre", se lamenta.
Los efectos secundarios de la ingesta de anabólicos no son sólo cambios en el aspecto. Las personas que los consumen en exceso están
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