Las malas ventas de las pantallas planas fueron la principal causa de las pérdidas millonarias de Panasonic, de más de 1,5 billones de yenes (u$s15.500 millones) en los dos últimos años.
La compañía de electrónica había considerado inicialmente cesar la producción en marzo de 2015, pero finalmente ha decidido acelerar los plazos.
De hecho, la firma ya no produce nuevos modelos de estos televisores.
Una portavoz de Panasonic, Kyoko Ishii, señaló sin embargo que la información del diario Nikkei no se basa en un anuncio oficial de la compañía. La firma "ha estado estudiando varios planes para la estrategia de negocios, pero nada se ha decidido aún", comentó.
A finales de septiembre, Panasonic anunció que había llegado a un acuerdo para vender el 80% de su división de salud Panasonic Healthcare a la firma de inversiones norteamericana Kohlberg Kravis Roberts & Co (KKR) por u$s1.670 millones.
Panasonic es el último de los fabricantes japoneses, que fueron líderes en el sector, en retirarse de la producción de televisiones de plasma y LCD, tras sufrir pérdidas en los últimos cinco años.
El año pasado, la cuota de mercado de Panasonic en este área fue del 16,5% frente al 51,9% de su rival surcoreano Samsung.
Además, la empresa se retira también del desarrollo de smartphones para clientes privados.
La decisión de Panasonic de cerrar su fábrica de televisores con pantalla plasma marca un hito importante en la lenta muerte de esa industria en Japón, un sector que fue el orgullo del ascenso del país en la posguerra.
En la era dorada que comenzó en la década de 1970, los fabricantes de televisores del país llevaron tecnología de avanzada asequible y marcas como Sony, Trinitron y Panasonic a los hogares de todo Occidente, a expensas de rivales norteamericanos y europeos.
Pero después de dominar el negocio durante mucho tiempo, compañías como Sony, Sharp y Panasonic han tardado menos de une década en caer en pérdidas profundas, pasando a una segunda categoría frente a una nueva raza de rivales ágiles como Samsung Electronics.
El fin de las pantallas de plasma llegó mucho antes de lo esperado, subrayando la determinación del presidente de la compañía Kazuhiro Tsuga de erradicar las operaciones débiles mientras se centra en productos de mayor margen para poner fin a años de pérdidas en el conglomerado de electrónica para el consumidor.
Todo lo que quedará de la manufactura de televisores de Japón son tres plantas de avanzada de pantallas de cristal líquido (LCD), con Sharp siendo parcialmente propiedad de operadores extranjeros, y unas pocas plantas de montaje.
Samsung, incluso, planea invertir más en el desarrollo de las pantallas de OLED, destinadas a suceder al LCD.
Las reconocidas marcas japonesas como Toshiba y Hitachi están tercerizando la mayor parte de sus equipos a otros fabricantes.
Al igual que las compañías norteamericanas y europeas a las que vencieron en la industria décadas atrás, los japoneses pueden atribuir su destino tanto a los competidores hambrientos como a sus propias equivocaciones.
"No fue sólo el fracaso de las compañías japonesas. Fue también que los rivales se pusieron al día con bastante rapidez", dijo Kun Soo Lee, analista en una empresa de investigación de la industria IHS iSuupli.
"Las compañías japonesas eran probablemente un poco sentimentales, subestimaron a sus rivales y no crearon una estrategia competitiva", agregó.
La caída en el negocio de televisores de Japón se produce en momentos en que la industria enfrenta un momento crucial: cómo hacer frente a los consumidores de todo el mundo que comienzan a utilizar las pantallas de sus computadoras, laptops y tabletas para ver en ellas más emisiones y contenido de medios de comunicación por encargo.