Grito del Papa: "¡Es una vergüenza! ¡Que nunca más ocurran estas tragedias!"

Francisco atribuyó el nuevo naufragio frente a las costas de Lampedusa, que dejó decenas de muertos, a la "inhumana crisis económica mundial, síntoma grave de la falta de respeto por la persona humana"

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 EFE 163
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 AFP 163
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sólo 3 meses de su viaje a Lampedusa, en el que interpeló al mundo por "la globalización de la indiferencia", el Papa debió reiterar su llamado a una acción colectiva que ataque las causas de estos dramas: la pobreza, la injusticia, la falta de oportunidades para una vida digna.

Frente a "las numerosas víctimas del enésimo trágico naufragio ocurrido hoy en la costa de Lamepdusa... me viene la palabra vergüenza... ¡Es una vergüenza!", gritó el papa.

Triste ironía: hoy (jueves 3) es el 50º aniversario de la encíclica Pacem in Terrispromulgada por Juan XXIII, y el Santo Padre estaba presidiendo un encuentro organizado por el Consejo Pontificio de Justicia y Paz cuando se enteró de la noticia. "Oremos juntos a Dios –dijo a los participantes de la reunión– por quienes perdieron la vida, hombres, mujeres, niños, por los familiares y por todos los prófugos. ¡Unamos nuestros esfuerzos para que no se repitan tragedias como éstas! Sólo una decidida colaboración de todos puede ayudar a prevenirlas".

Francisco relacionó lo ocurrido con la "inhumana crisis económica mundial, que es un síntoma grave de la falta de respeto por la persona humana".

Apenas enterado de la tragedia, el Papa expresó también sus sentimientos en un tuit: "Oremos a Dios por las víctimas del trágico naufragio en la costa de Lampedusa".


      

Luego, al inicio de su discurso sobre la encíclica del beato Juan XXIII, Pacem in Terris (Paz en la Tierra), dijo: "Los más ancianos entre nosotros, recordamos bien la época (de esta encíclica). Era la cumbre de la llamada guerra fría. A fines de 1962, la humanidad se encontraba al borde la un conflicto atómico mundial, y el Papa elevó un dramático llamado a la Paz, dirigiéndose hacia todos los que tenían la responsabilidad del poder". Y citó las palabras de su predecesor: "Con la mano sobre la conciencia, escuchen el grito angustiado que de todos los puntos de la tierra, de los niños inocentes a los ancianos, de las personas a las comunidades, se eleva hacia el cielo: '¡Paz, paz!'"

Francisco vinculó este llamado con la acción de otro papa, el polaco Karol Wojtyla: "El diálogo que entonces se inició dificultosamente entre los grandes bloques enfrentados, llevó, durante el pontificado de otro beato, Juan Pablo II, a la superación de aquella fase y a la apertura de espacios de libertad y de diálogo. Las semillas de paz lanzadas por el beato Juan XXIII han dado fruto. Sin embargo, aunque han caído muros y barreras, el mundo sigue necesitando paz, y el reclamo de Pacem in Terris sigue siendo fuertemente actual".

"Observando nuestra realidad actual, me pregunto si hemos comprendido esta lección de la Pacem in Terris. Me pregunto si las palabras justicia y solidaridad están sólo en nuestro diccionario o todos actuamos para que se hagan realidad". Y agregó que la encíclica nos debe recordar que "no puede haber verdadera paz y armonía si no trabajamos por una sociedad más justa y solidaria, si no superamos egoísmos, individualismos, intereses de grupo y esto a todos los niveles".

Subrayó también que la Pacem in Terris se enfoca en la dignidad de cada ser humano que debe ser promovida, respetada y tutelada siempre: "Y no son sólo los principales derechos civiles y políticos los que deben ser garantizados –agregó citando a Juan XXIII– sino que se debe ofrecer también a cada uno la posibilidad de acceder efectivamente a los medios esenciales de subsistencia, alimento, agua, vivienda, cuidados sanitarios, instrucción y la posibilidad de formar y mantener una familia. Estos son los objetivos que tienen una prioridad inderogable en las acciones nacionales e internacionales. De ellas depende una paz duradera para todos",

"La Pacem in Terris traza una línea que va de la paz a construir en los corazones de cada hombre a volver a pensar nuestro modelo de desarrollo y de acción a todos los niveles, para que nuestro mundo sea un mundo de paz. Me pregunto si estamos dispuestos a aceptar la invitación", concluyó Francisco.

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