La Casa Blanca ofreció alrededor de US$ 300 millones de ayuda a la ciudad de Detroit, estado de Michigan (al norte de los Estados Unidos), que se declaró en bancarrota en julio último.
La mitad de esa suma, US$ 150 millones, serán destinados a la recuperación o la demolición de casas que se hallan en ruinas, señaló la presidencia en un comunicado, en el que llama a construir "la Detroit del siglo XXI".
En total, unas 80.000 construcciones se encuentran abandonadas en esta antigua joya de la industria del automóvil, ahora en decadencia.
Otros US$ 30 millones serán destinados a mejorar la seguridad pública, mediante la contratación de nuevos agentes de policía y la modernización del equipamiento de los bomberos, por ejemplo, y la reducción de los tiempos de espera en las llamadas a números de emergencia, agregó la Casa Blanca.
La tasa de criminalidad en Detroit es actualmente la más elevada en 40 años, y la policía tarda un promedio de 58 minutos en acudir a llamados de emergencia, contra 11 minutos a nivel nacional.
La presidencia indicó igualmente que unos US$ 140 millones de fondos federales serán invertidos en mejorar la red de transporte público de la ciudad.
El plan de ayuda es de todas maneras modesto para las necesidades de Detroit, que a mediados de julio tenía una deuda de unos US$ 18.500 millones, el equivalente al producto bruto interno de un país como Chipre.
Asfixiado financieramente, el municipio se vio obligado a declararse en bancarrota, temiéndose un profundo recorte de los salarios y las jubilaciones de los funcionarios. Se trata de la mayor quiebra de una ciudad en Estados Unidos.
En 60 años, Detroit perdió la mitad de su población, que pasó de 1,8 millones de personas en 1950 a 700.000 en la actualidad. Más de la cuarta parte de sus habitantes viven bajo la línea de pobreza.