Desde que
Qatar fue apuntado para albergar el Mundial del 2022, una y otra vez se
discutió sobre el tema. Primero surgieron fuertes rumores de fraudes y coimas dentro de la FIFA a cambio de votos para la designación, pero luego apareció
otro problema: el clima. En verano se hace imposible jugar bajo el rayo del sol
de Medio Oriente y por eso diseñaron nubes artificiales para contrarrestarlo,
algo que no parece muy verosímil ni factible.
Hasta el propio Joseph Blatter, presidente de la FIFA, admitió que tal vez haya
sido un error elegir esa sede por los problemas climáticos, y mientras se
debate la realización de esa Copa del Mundo (también hubo serios inconvenientes
en la de las Confederaciones, rumbo a la próxima en Brasil), en las obras de
los lujosos estadios, ya fallecieron 44 trabajadores.
Según una investigación de The Guardian, más de cuatro decenas de obreros
perdieron la vida por causa de las pésimas condiciones en las que se
encontraban trabajando. Las empresas constructoras no solamente mantenían
hacinados a los mismos, sino que hasta les prohibían tomar agua cuando estaban
a casi 50 grados de temperatura, más la gran cantidad de horas de labores, que
se acercan a la explotación y esclavitud.
Uno de los testigos fue entrevistado y reveló que sus empleadores retenían dos
meses su sueldo para que no abandonaran las obras, por lo que algunos tenían
que pedir limosna para sobrevivir. A su vez, le negaron el permiso para obtener
su documento de identidad y confiscaron su pasaporte, teniendo en cuenta que la
mayoría de los contratados provienen del extranjero.
Aproximadamente 1.500.000 de obreros están destinados a la construcción de hoteles,
rutas, puertos y nueve estadios de última generación, aparte de un tren y una
carretera sobre el mar que unirá Qatar y Bahrein, separados por 50 kilómetros.
Unos 100.000.000.000 de dólares invertirán las autoridades del país anfitrión
en infraestructura, según lo exigido por la FIFA.