Con el tono desaforado de las últimas películas del director español Alex de la Iglesia, se estrenó aquí en el Festival de San Sebastián su último trabajo: "Las brujas de Zugarramurdi", con la recientemente premiada Carmen Maura entre sus protagonistas.
El film relata el derrotero de dos ladrones que roban un gran botín en una casa de "Compro Oro" de la Puerta del Sol. Disfrazados de estatuas vivientes -uno como un Cristo plateado, el otro como un soldado de juguete color verde- se llevan un gran lote alianzas de matrimonio y secuestran a un taxista para emprender la huida. Algunos detalles que hacen a la locura del episodio: el Cristo está con su hijo pequeño que ha salido del colegio y en pleno escape va discutiendo por teléfono con su ex mujer, el soldado verde cuenta que le teme a su novia la abogada y el taxista termina por sumarse en una suerte de rebelión contra el género femenino. Lo que ninguno sabe es que al huir hacia la frontera francesa deberán pasar por el pueblo de Zugarramurdi y que el lote de alianzas que condensan vidas de fracasos y desengaños será una atracción irresistible para las brujas de la región.
"La idea de la película es entretener, reírnos de la guerra de sexos, reírnos de lo tontos que podemos ser algunos hombres y de lo malas que pueden ser algunas mujeres. Hemos visto muchas películas donde las mujeres hablan de los hombres. Aquí es al revés, son los hombres quienes hablan de las mujeres", comenta su director. Dicho esto, de todos modos no puede obviarse cierta pátina misógina que atraviesa esta comedia de principio a fin.
Lo más notable acerca de "Las brujas de Zugarramurdi" es que lo interesante de la historia no sucede en el largometraje sino que ha quedado afuera y surge durante la entrevista a Alex de la Iglesia: resulta que el concepto de bruja que tenemos en Occidente proviene de la región de Navarra. "Con Jorge (Guerricaechevarría, co-guionista) habíamos leído cantidad de libros sobre el tema y le dábamos vuelta a cómo ir a rodar a Zugarramurdi desde que hicimos "El día de la bestia". Para nosotros el norte de Navarra, Zugarramurdi, simboliza lo que para el mundo está representado por Salem. Salem es conocida en el mundo entero y en realidad en Salem no ocurrió gran cosa, no tuvo demasiada gracia, pero lo que sucede es que el mundo anglosajón tiene una cierta capacidad de proyección internacional".
El concepto de brujería, lo que se conoce como bruja, ha surgido en gran medida por el proceso inquisitorial que tuvo lugar en Logroño en 1610, donde cuarenta vecinas fueron procesadas bajo el cargo de ser brujas de Zugarramurdi. Doce de ellas fueron condenadas a morir en la hoguera. "Esta idea que tenemos de bruja viene de lo que esas mujeres contaron que sucedía en los aquelarres en la cueva. Las brujas, tales y como las conocemos hoy, esas de Halloween que se presentan en Nueva York o en Minnesota, llevan un sombrero que es el sombrero folklórico navarro. Cuando una bruja dice que vuela es porque aprieta fuertemente una rana y le saca el jugo y con ese jugo entra en trance. Y decían que luego salían volando por la ventana".
Como todo es cuestión de interpretación histórica, Alex de la Iglesia hace una relectura de esos rituales: "Yo pensaba que por más que el efecto lisérgico fuera grande, el golpetazo de salir por la ventana tenía que ser fuerte. Pero cuando estuve en Zugarramurdi descubrí que efectivamente salían por la ventana porque allí las cocinas tienen ventanas que dan a la calle. Esto es lo que ocurría con las brujas: se untaban con una brea que hacían con el jugo de la rana y beleño (planta narcótica). Untaban una escoba y se la frotaban en las partes sensibles, los sobacos o las ingles. De ahí que las brujas sean representadas montadas en una escoba, con una escoba entre las piernas. Lo que hacían ellas era esconder los frascos de brea preparada en la chimenea así que ahí se untaban, en la cocina, y salían por la ventana porque, vamos, estaban en trance y no encontraban la puerta...".
Miriam Molero, desde San Sebastián