"¿Cómo entrar en la psicología del individuo, meterse en las cavernas del inconsciente, ser psicoanalista de Boudou?", se preguntará en voz alta en el transcurso de la entrevista Ricardo Forster al defender al vicepresidente, haciendo gala de su estilo entre académico y ampuloso que lo ha convertido en una de las principales espadas del oficialismo en su vertiente progresista ("los verseros", según Jorge Asís) y, desde este año, en candidato a diputado del Frente para la Victoria (ocupa el cuarto lugar en la lista porteña encabezada por Juan Cabandié).
Este doctor en Filosofía, profesor de la UBA y ensayista, uno de los mayores especialistas de nuestro país en la influyente obra del pensador alemán Walter Benjamin y co-fundador de la agrupación de intelectuales kirchneristas Carta Abierta, recibió a Infobae en su acogedor hogar en el barrio de Coghlan para hablar acerca de los próximos comicios de octubre, la percepción de corrupción que afecta al gobierno nacional, y hasta de su popular fake de Twitter.
Es inesperado porque parecía que el peronismo había terminado, en su último travestismo, de agotarse. Si pensamos el peronismo de los 90, es un peronismo que se había convertido en absolutamente funcional a la matriz de la valorización financiera, de giro neoliberal, y deshizo todo lo que el primer peronismo había gestado en el interior de nuestra sociedad. Y de alguna manera, Néstor Kirchner volvió a colocar un peronismo que parecía ya guardado en los libros de historia. Un peronismo ligado a los años 70, no porque los repitiese, sino porque abrazó la tradición de un peronismo combativo, constructor de una nueva realidad en el vínculo entre trabajadores y empresarios, en el rol del Estado, en la ampliación de derechos, y la Argentina del 2003 era una Argentina imposible, fragmentada, atravesada por la violencia, sin futuro, con un pasado clausurado por las leyes de impunidad, y la llegada de Kirchner fue relativamente azarosa, fue inesperada. Si Reutemann hubiese aceptado la candidatura hubiese sido presidente en la primera vuelta con el 60% de los votos. No puedo ni siquiera imaginar la Argentina que hubiese emergido de una presidencia de Reutemann. O de López Murphy.
Es una pregunta inquietante. Si nos vamos a guiar por la historia argentina, el interrogante es válido, aunque el golpe del 55 necesitó varias décadas para terminar de hacer añicos el país que había generado el primer peronismo, recién con el neoliberalismo de los años 90 se destruyeron los últimos derechos y el modelo bienestarista que había subsistido hasta el 74. Esto implica que la garantía nunca está. Así que si es otro que gobierna la Argentina, y si sobre todo es alguien que plantea la lógica de las metas de inflación, la política de ajuste, control del gasto, devaluación, me parece que en poco tiempo se van a ir reduciendo las conquistas y la trama económica de este momento económico.
Carta Abierta, desde su surgimiento durante el conflicto de la 125, siempre se vio a sí misma como la expresión de un kirchnerismo progresista, democrático, popular, y de izquierda. Scioli no sé si representa esa mirada que tenemos del kirchnerismo. Esto no significa que no sea alguien que dentro del Frente para la Victoria (FPV) ha jugado un rol que está ligado a cierta fidelidad, por lo tanto es un aliado para el FPV, aunque se trata de un aliado que no me representa en términos ideológicos políticos.
Estoy bastante conforme con el resultado de las PASO, sí. Creo que ese 20% que sacamos es un piso muy consolidado de votos del FPV. De todas formas hubiese sido bueno utilizar el recurso que nosotros establecimos y tener más de una lista en nuestra fuerza política. La mayoría de las encuestas nos daban por lo menos entre dos y cinco puntos más de lo que sacamos, así que lo que tenemos que hacer ahora es conquistar esos votos que estaban ahí, que por algún motivo no fueron para nosotros. El gran desafío es seguir interpelando al sector progresista en la ciudad de Buenos Aires. Para eso, estoy proponiendo encuentros acotados, de entre 50, 60 personas, con gente que en lo posible no nos haya votado, en casas de familias o clubes sociales. Me parece importante adoptar esta modalidad que prioriza el diálogo para eludir la injuria, la descalificación, en la que muchas veces incurre la gente y que no le hace bien al lenguaje político y a la vida democrática.
En el caso de Abal Medina, eso no es una injuria, yo puedo decir que una marcha tiene un núcleo egoísta, y eso es una concepción. Pero si yo digo "vos sos un chorro, sos un ladrón, quién te paga, van a terminar todos presos", eso es una injuria. Yo puedo discutir con alguien que tiene una visión de la derecha, y decir que su concepción de los trabajadores o de los pobres es discriminatoria, pero eso no es una injuria, es una concepción.
Yo respeto sin inconvenientes a mis adversarios políticos. Hace poco estuve en un debate con Fernando Sánchez (UNEN), y la verdad es que él estuvo muy duro, y cuando salimos vino a saludarme, y yo le digo "vos sos un cínico, ¿por qué me venís a saludar si pensás que yo soy un corrupto?". En cambio el otro día nos cruzamos con Francisco de Narváez y muy amablemente me vino a saludar, le di la mano, charlamos un rato. Es algo que he cultivado toda mi vida, el respeto. Y si son los propios los que dicen y caen en eso, en la utilización de palabras graves, lo mismo.
Si estuviese preocupado por mí en ese sentido, no me hubiese involucrado en un territorio tan complicado, tan barroso, como es el territorio de la política. Yo tenía un camino recorrido, lo tengo porque sigo dando mis clases, creo haber construido una cierta obra, tengo más o menos resuelta mi vida en ese plano, no me cambia la vida un ingreso como diputado porque tengo mi ingreso como profesor universitario. Tengo un nombre. Pero si yo no puedo poner a rodar ese nombre en defensa de mis principios, si me tengo que esconder por vaya a saber qué, es absurdo. Porque lo que hacemos con los compañeros de Carta Abierta es defender un profundo núcleo de convicciones, y por supuesto nos podremos equivocar como cualquiera, y eso lo juzgará el propio movimiento de la historia, pero mi convicción es que este no es un gobierno corrupto. Puede haber corrupción en el Estado, pueden haber funcionarios corruptos, sería ingenuo decir que no, más en un Estado como el argentino que ha sufrido un daño tan profundo a lo largo de los últimos cuarenta años. Pero me parece que hay una autonomía de poderes en la República.
Que hoy la Justicia actúa con independencia del poder político no me cabe la menor duda. Yo creo que el Poder Judicial tiene que ser reformado, pero no por un tema de autonomía, sino por un problema de funcionamiento. Ahí está la espera frente al fallo de la Corte Suprema en relación a dos artículos de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, son ellos quienes tendrán la decisión última acerca de la constitucionalidad plena de una ley, por lo tanto hay una Justicia que funciona. Hay una multitud de jueces que son antikirchneristas, y que tienen unas ganas enormes de demostrar judicialmente la supuesta terrible corrupción de este gobierno y, sin embargo, ahí donde han avanzado han demostrado que no había nada. Y aquellos funcionarios con problemas vinculados a manejos espurios de fondos públicos, hoy están siendo juzgados, como es el caso de (Ricardo) Jaime. Es necesario combatir la corrupción, pero no es el núcleo de lo que hoy se dirime en la Argentina, de ninguna manera.
Por una mezcla de cosas. Si uno recorre la historia argentina, los gobiernos de matriz democrática y popular fueron sistemáticamente denunciados como gobiernos corruptos. La experiencia del golpe a Hipólito Yrigoyen, con el papel clave de Natalio Botana (fundador del diario Crítica), pero también de una opinión pública que fue construida para terminar de debilitarlo, es un hecho bastante interesante para ser pensado. Y en el 66, en el derrocamiento de Illia, el papel de los medios de comunicación fue nefasto. Con Alfonsín también, se dijo que él era el Kerensky argentino, la Junta Coordinadora un grupo anarco-bolchevique listo para tomar el poder y a Ricardo Mazzorín, un buen hombre, un hombre respetable, lo transformaron en un corrupto.
Esto es algo muy complejo, no alcanza un reportaje para analizar la composición de este fenómeno, pero evidentemente han logrado tener éxito en una interpelación muy fuerte a una parte importante de la sociedad. Me parece que en ese sentido Jorge Lanata ocupó un lugar muy significativo, y que la tragedia de Once le hizo un gran daño al gobierno, porque allí abrió una fisura que permitió para algunos juntar lo que antes no podían juntar, que era la materialidad de un acto, que produjo la muerte de 51 personas, y la corrupción. Pero la corrupción es un tema que devora todo el resto para muchos, y no les permite pensar lo otro, la vida social, económica, política, institucional, cultural, argentina. Pareciese ser que este es el gobierno más corrupto de la historia argentina, con la mitología de las bóvedas, que reproduce la misma mitología del oro de Perón, de los vestidos de Evita, de una fortuna inconmensurable. Yo no me niego a discutirlo, ni me niego a decir que no puede haber nichos de corrupción en una máquina tan compleja como el Estado, acá y en cualquier parte del mundo, sino pareciese ser que siempre los salvajes, los bárbaros, somos los corruptos. Y basta entrar en cualquier dispositivo de administración estatal para encontrarse con la corrupción. Es la práctica del capitalismo.
Beatriz Sarlo por supuesto no puede comprender nuestra alegría, porque ella hace tiempo que ha hecho otra opción, otra opción política e individual. Tiene más el papel de la entomóloga que desde arriba analiza la sociedad que el de la persona que ha decidido involucrarse a través de lo que es el compromiso, la convicción, y la pasión política. En términos personales, esta es la mejor década que yo he vivido como ciudadano de mi país. La más intensa, la más rica, la más compleja, de los últimos 50 años de historia argentina. Con sus enormes aciertos y con sus errores, pero nos ha permitido pensar la política no como un lenguaje carcomido, sabiendo por supuesto los límites de las propias ideas en pensar la sociedad. Porque esta no es la revolución, ni estamos tocando el cielo con las manos, ni estamos haciendo el socialismo. Esto es un reformismo dentro de una sociedad burguesa. Estoy seguro que gente como Beatriz Sarlo después del 2015, si no es el kirchnerismo que gobierna la Argentina, va a sentir nostalgia de esta época.
Es una paradoja, es como si yo te dijese, "¿qué hacemos con el maoísmo de Beatriz Sarlo?" Nada, es parte de la biografía de una persona. Una persona incluso pudo haber sido de derecha dura, como lo fue en su juventud uno de los grandes intelectuales franceses, Maurice Blanchot, que tenía una visión fascista y luego se volvió uno de los pensadores más refinados y totalmente alejado del fascismo, pero después cambiar, evolucionar. Yo no voy a hacer macartismo a la inversa. Si Boudou o cualquiera se formó en sus años juveniles en una tradición liberal, o ultraliberal, y después evolucionó políticamente, y asumió un proyecto que está en las antípodas de esa concepción, yo no tengo ningún problema. Yo no viviría en Puerto Madero, pero eso es una opción personal, en la medida que esa vida privada no impacte en su rol como funcionario, yo no tengo nada que decir. Yo tengo una relación con Amado Boudou absolutamente cortés, hemos conversado muchas veces, él siempre me ha transmitido un involucramiento con este proyecto que a mí no me provoca ninguna vergüenza. Es como si yo le preguntase a Beatriz Sarlo si no siente vergüenza de votar una alianza como UNEN que ha votado al ultraliberalismo.
Pero es muy peligroso construir política desde una escala de si una persona es más o menos sincera, ¿cómo puedo saberlo? ¿Cómo sé yo si lo que dice uno públicamente es lo que dice en la intimidad? ¿Cómo entrar en la psicología del individuo, meterse en las cavernas del inconsciente, ser psicoanalista de Boudou? Por supuesto que me interesa si un político a lo largo de su vida ha sido consecuente con sus ideas, si su núcleo ha permanecido, pero hay que entender la complejidad de la política, del poder, de la gestión, de la sociedad. Se le pide muchas veces al político que sea lo que la sociedad no es, de la misma manera que se le pedía a las maestras en plena crisis de los 90 que siguieran siendo ejemplares, que enseñaran sobre valores cuando estos estaban carcomidos por el egoísmo y la falta de solidaridad, mientras ellas ganaban dos pesos y estaban aterrorizadas por su situación. Allí hay una lógica compleja y hasta falsa. Es como decir que el 70% de los votos que no fueron al FPV constituyen la oposición. Eso es falso. No es intercambiable el voto del Frente de Izquierda, con el de Aguad en Córdoba, o el de Carrió en Buenos Aires, y no es lo mismo Claudio Lozano que Alberto Rodriguez Saá.
No es lo mismo, primero porque yo soy candidato en la ciudad de Buenos Aires y él es gobernador de Formosa. Pero en todo caso, es bueno que Insfrán termine con este mandato su largo período de gobierno, y creo que también, ya que tuve la oportunidad de ir varias veces, Formosa es una provincia muy maltratada por los medios de comunicación, porque más allá de lo que podamos juzgar de Insfrán, ha tenido cambios sociales y de infraestructura como pocas provincias en la Argentina, cambios incluso en la política vinculada a los pueblos originarios y a la entrega de tierra. El mundo de los pueblos originarios formoseños no es solamente La Primavera o Félix Díaz, quien por otra parte vino a la asamblea de Carta Abierta. Si yo llego a ser diputado de la nación, voy a impulsar un debate público por una mejor distribución de las tierras en nuestro país.
Me parece que quien lo hace... es un poco tonto, ¿no? Se divierte con una construcción de un simulacro que tiene una intencionalidad política. Porque no es Capusotto haciendo una cargada, es claramente para dañar mi figura. Mezquino, pequeño, pensamiento pigmeo. Sé de su existencia porque entré a la cuenta cuando apareció, y porque hay gente que me escribe a mi Twitter real y dice "prefiero al otro Forster que a vos". Demuestra la ruindad y lo escaso de la ética de quien lleva adelante una cosa así. Además, si se dedica mucho tiempo a mí, paradójicamente, le debe de resultar muy interesante mi figura.