"Al cura Brochero el pueblo siempre lo consideró santo"

Lo dijo a Infobae el padre Julio Merediz, uno de los impulsores de la beatificación del sacerdote cordobés, cuya figura, "trasciende a la Iglesia, es casi un prócer nacional".  La ceremonia tendrá lugar el próximo sábado

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"Lo que pasa es que la gente no sabía que había que hacer un trámite", explica riendo el jesuita Merediz, vicepostulador de la causa de canonización del cura Brochero, el párroco que recorrió incansablemente a lomo de mula las sierras cordobesas evangelizando y asistiendo socialmente a una población muy carenciada y olvidada por los poderes públicos. Su tarea dejó una impronta definitiva en esa región, al punto que, como lo explica Merediz, la veneración a este inminente beato empezó muy poco después de su muerte, en 1914.

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La religiosidad popular, esa que Jorge Bergoglio tanto aprecia, como lo dejó asentado en el documento de Aparecida (2007), no esperó el papelerío para consagrar santo al cura José Gabriel del Rosario Brochero. Pero, a partir del sábado, éste tendrá un día consagrado a su culto en el santoral de la Iglesia Católica.

La ceremonia de beatificación será el sábado 14 de septiembre, desde las 10 de la mañana, en Villa Cura Brochero, en la región cordobesa de Traslasierra. (Ver Quién fue Brochero).

En este diálogo con Infobae, el padre Julio Merediz, que desde hace 43 años es párroco en un barrio humilde de San Miguel, casi en el límite con Moreno, y muy cerca del Colegio Máximo de los Jesuitas, resume la historia del proceso de canonización de este nuevo beato argentino, del milagro que se le atribuye –confirmado por el papa emérito Benedicto XVI el año pasado- y de las razones de la trascendencia de su figura más allá de la Iglesia.

¿Cuándo empezó el proceso de canonización del cura Brochero?

Comenzó en 1968, pero en realidad el pueblo lo tuvo por santo siempre. El murió en 1914 y ya en el año 27 se había hablado de eso. Lo que pasa es que la gente pensó que no había que hacer ningún trámite: si todo el mundo decía que era santo, era santo y punto. Por eso el trámite propiamente dicho empezó recién en el 68, impulsado por el obispo de Córdoba, que en ese momento era el cardenal Raúl Primatesta (1919 –2006), y por el obispo de Cruz del Eje. La tarea la inició la compañía de Jesús.

Pero él no era jesuita...

No, fue por la relación que el cura Brochero tenía con ellos, a través de los Ejercicios Espirituales ignacianos, que fueron el modo que él implementó para levantar a todo este pueblo y darle dignidad. Él no era jesuita porque cuando ingresa al seminario, la Compañía de Jesús todavía no había vuelto. Los jesuitas fuimos expulsados de América en 1767, por un contubernio entre el rey de España y el rey de Portugal, y volvimos a Córdoba en 1858, 1860. En ese momento, Brochero ya era un seminarista de 20, 21 años, pero se enganchó con el estilo ignaciano.

¿Qué diferencia hay entre un beato y un santo?

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Es prácticamente lo mismo. Sólo que al Santo se le atribuye un milagro más. Pero en cuanto al culto, a los ritos, es exactamente lo mismo. Inclusive el sábado, el delegado papal, que en este caso será el cardenal Angelo Amato, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, va a anunciar qué día se le atribuye al cura Brochero en el santoral. Y ya podrá tener altares e imágenes y ser venerado públicamente y se podrán celebrar misas invocando su nombre.

¿Y cuáles son los requisitos para una beatificación?

Lo más importante es probar en forma documental, a través de testimonios, que él vivió ante todo las virtudes cristianas en modo heroico. Ese fue el trabajo más grande. Es como un juicio en el cual uno tiene que probar que este hombre realmente fue así; cuantos más testigos se tenga, mejor. Y fue arduo porque, como todo el mundo creía que ya era santo, se empezó tarde a buscar testimonios y se había ido muriendo la gente que conoció a Brochero. Pero hubo un jesuita, Antonio Aznar, que anduvo de misionero por las sierras durante 30 años y recogió muchos testimonios de gente que conoció a Brochero, que son los que más valen. El otro, el que dice "mi mamá me contó que..." no tiene el mismo valor. También hay 400 cartas escritas por Brochero. Esa es la documentación más fuerte. Una vez que se prueba eso y que pasa por una reunión de teólogos que lo estudia y lo aprueba, queda abierto el camino a la beatificación, que debe probarse además con un milagro. Es decir, una sanación, certificada por una junta médica que dice "acá pasó algo que supera a la ciencia".

¿Cuál es el milagro que se le atribuye a Brochero?

El de un chiquito que, a los 11 meses, sufrió un accidente automovilístico en el cual murió su abuelo. El niño tuvo tres paros respiratorios de más de 15 minutos que hacían imposible que pudiese vivir; el accidente fue en el medio del campo y no recibió atención médica inmediata, se demoró mucho el traslado a Córdoba. Su padre, que sale relativamente ileso, empieza a pedir que viva y, luego, cuando le dicen que el chico se moría, él insiste y reza también a Brochero para que no le quedaran secuelas. Y el niño sufre un proceso de años de rehabilitación, pasando de estar casi como un muñeco desarticulado a ser hoy un muchachito de 13 años, casi normal, al punto que si uno no sabe que tuvo un accidente no se da cuenta de la pequeña discapacidad motora que le quedó.

¿El niño va a participar de la ceremonia de beatificación?

Si, va a estar allí con su familia.

¿El accidente fue en la zona en la cual trabajó Brochero?

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Sí, en Punilla, en las sierras. Pero además da la casualidad de que los padres del chico se casaron en la iglesia de Villa Cura Brochero.

¿Qué queda de la obra de Brochero en esa zona?

Muchísimo. Brochero es casi un prócer nacional. Es una figura que no está circunscripta a la Iglesia, su obra trasciende a lo social; su tarea fue esencial para la construcción de caminos, acequias, correos, para la educación, para conseguir maestros. Fundó una escuela de mujeres, en una época de machismo superlativo, cuando solamente había algunos liceos de señoritas en las grandes capitales: Córdoba, Mendoza, San Juan y poco más. Pero él quiso hacer un colegio de niñas porque creía que era la mujer quien realmente transmitía la cultura, las costumbres, la fe. Fue una apuesta muy moderna. Y Brochero, un hombre de gran influencia social. Enfrentaba a quien fuese necesario. Inclusive fue a Buenos Aires a pedir el famoso tren para el desarrollo de esta zona que estaba totalmente incomunicada. Él soñaba con el tren. Lo tuvimos y ahora ya no lo tenemos.

¿Cómo se convierte usted en vicepostulador de la causa?

Yo me empiezo a vincular con la causa alrededor de 1989. Y tengo el cargo oficial a partir del 90. Mi misión es sobre todo divulgar al cura Brochero, su obra. El milagro fue aprobado por el entonces papa Benedicto XVI el 20 de diciembre de 2012 y a partir de ahí buscamos una fecha que fuera apropiada, considerando el tiempo de preparación necesario para un acto de este tipo y la disponibilidad de agenda del enviado papal, el cardenal Amato.

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