Con esta convocatoria a una "Jornada de ayuno y oración por la paz en Siria, en Medio Oriente y en el mundo", el Papa se puso en el centro de los acontecimientos mundiales y emprendió una verdadera cruzada por evitar un agravamiento de la violencia en esa región del planeta.
En su reflexión, Francisco reclamó por la paz en la Plaza San Pedro en y afirmó que la "violencia y la guerra sólo conllevan muerte y tienen el lenguaje de la muerte". "La guerra no es el camino para la paz", agregó.
"Seguimos alzando la mano contra quien es nuestro hermano. Nos dejamos guiar por los ídolos y nuestros intereses. Mientras perfeccionamos nuestras armas, nuestra conciencia se adormeció e hicimos sofisticados razonamientos para justificarnos como si fuera algo normal, y seguimos sembrando dolor y muerte", dijo durante su omilía. "O hay armonía o hay caos", sostuvo el Sumo Pontífice.
"En este punto me pregunto, ¿es posible recorrer el camino de la paz?. ¿Podremos salir de esta espiral de dolor y muerte?. Sí, es posible para todos", resaltó Francisco. "La guerra siempre es una derrota para la humanidad", finalizó.
El ayuno tiene un sentido religioso, pero también es un tradicional modo de protesta laico. Y la paz es una bandera que une voluntades por encima de las confesiones. Es por ello que Francisco suma adhesiones de muchos lugares.
Casi la totalidad de la clase política italiana expresó su adhesión, al igual que los sindicatos y los representantes de las comunidades judías e islámicas.
Desde la propia Siria, llegó una carta del Gran Muftí de Damasco, Ahmad Badreddin Hassou, líder espiritual del Islam sunnita, expresando su gratitud por esta convocatoria y su deseo de llegar a Roma para estar junto a Francisco.
También el patriarca ecuménico de Constantinopla, Bartolomeo I, respondió a la invitación del Papa: "La Iglesia de Constantinopla –dijo- aplaude la iniciativa de Francisco de llamar a los cristianos de la Tierra a unirse en oración y ayuno el próximo sábado, para que prevalezca la paz en el incandescente territorio sirio, con la esperanza de que Dios ilumine la mente de los responsables políticos y se evite la acción militar que, inevitablemente, provocará la muerte de víctimas inocentes".
Desde Polonia, el mítico líder del sindicato Solidaridad, Lech Walesa, anunció que seguirá las instrucciones de Francisco y se sumó al ayuno y oración. Reclamó una solución dialogada y el nacimiento de "un gobierno supranacional" y "una política común a través de un sistema de decisión multipolar basado en la solidaridad".
En América Latina, los mandatarios de Venezuela, Nicolás Maduro, y de Bolivia, Evo Morales –éste último acaba de reunirse con el Papa- anunciaron su adhesión a la iniciativa papal, mientras que la presidente argentina, Cristina Kirchner, citó a Francisco para expresar su oposición a la intervención armada en Siria, durante la Cumbre del G20.
En la Catedral de Buenos Aires, el rezo del Rosario se inició hacia las 10.45. Luego, a las 11:30, el arzobispo Mario Poli ofició la misa. El Santísimo Sacramento quedó expuesto para la oración de los fieles hasta las 18 horas. Luego, a las 20:00, por iniciativa de los peregrinos a la Jornada Mundial de la Juventud en Rio, los jóvenes se reunirán en la catedral para rezar por la paz.
Cómo será la vigilia en El Vaticano
Los fieles ingresaron en la plaza San Pedro, desde las 16:30, hora de Italia. La meditación se inició a las 18:30, con la lectura del texto con el cual el domingo pasado, durante el Ángelus, el Papa convocó a la "Jornada de oración y ayuno por la paz en Siria, Medio Oriente y el mundo entero".
A las 19 horas se inició la velada propiamente dicha con la entronización de la Madonna "Salus Populi Romani", patrona de Roma, que salió desde el obelisco, cargada por cuatro guardas suizos. Inmediatamente después, se rezó el Rosario, con la guía del Papa. Al comienzo de cada misterio, hubo lecturas bíblicas y de una poesía de santa Teresita del Niño Jesús. Además, al final de cada misterio, se añadió también la invocación "Reina de la paz, ruega por nosotros". Esta primera parte se cerró con la meditación del Sumo Pontífice, alrededor de la hora 20, 20.30.
Después del mensaje de Francisco, se inició la segunda parte de la vigilia, de carácter más eucarístico. La adoración eucarística estuvo organizada en cinco tiempos, con lectura bíblica, una oración de Pío XII, invocaciones en forma de responsos y cantos, todo ello en torno al tema de la paz, además de momentos de silencio para la adoración personal.
Al término de cada uno de estos tiempos, cinco parejas, en representación de Siria, Egipto, Tierra Santa, Estados Unidos y Rusia, hicieron la oferta del incienso, al costado del altar.
Luego comenzó el oficio de las Lecturas. El pasaje del Evangelio elegido es Juan 20, 19-29.
Antes de concluir la ceremonia, definida por el vocero de la Santa Sede, Federico Lombardi, como "una de las vigilias más largas" organizada en el Vaticano, hubo, entre las 22:15 y las 22:40 un largo momento de silencio. Por último, el Papa dio la bendición eucarística.
Durante la vigilia, a partir de las 17:45,
ante 50 sacerdotes distribuidos a izquierda y derecha de la plaza bajo las columnas.