Los gobiernos de José Mujica y Dilma Rousseff están decididos a agilizar trámites de negocios por fuera del Mercosur, dado el estancamiento económico del bloque regional. Una oposición a esta idea podría llevar a la ruptura de esta alianza comercial nacida en 1991, según una fuente de la cancillería uruguaya citada por el diario El Observador.
y Uruguay buscan la flexibilidad mediante acuerdos comerciales en dos velocidades, como el que se pretende con la Unión Europea (UE), que lleva más de una década sobre la mesa. Quieren imitar a
, los cuales acordaron un TLC con la UE en 2012 -por fuera de dicha unión- y que entró en vigor este mes.
El Mercosur, que tiene menos del 2% del comercio mundial, obliga a sus miembros a negociar en conjunto cualquier tratado internacional. El bloque subregional tiene TLC firmados con Israel, Palestina y Egipto, y acuerdos de complementación económica con algunos países como México y Chile.
Sin embargo, la fuente diplomática le explicó a El Observador que la teoría de las dos velocidades se basa en que dos o más países dentro de un bloque acuerdan ir más rápido sobre un tema, pero sin salirse del objetivo común y en sintonía con el resto de los miembros.
Así, Brasil y Uruguay acelerarían el paso en las conversaciones con la UE y el acuerdo que logren alcanzaría también a los otros miembros, como Argentina y Venezuela, y Paraguay en caso de retornar al bloque. Si, por ejemplo, Argentina no acepta esta modalidad, significaría la ruptura con el Mercosur, añadió la fuente. "Tiene que haber un acuerdo. Si Argentina no lo está, habría una ruptura formal", dijo.
El mandatario Mujica defendió recientemente las negociaciones con Europa: "Tenemos decidido acompañar a Brasil en las negociaciones con la UE, porque esa es una variable que debemos cultivar y cuidarnos de aquel peligro de que todos los intereses estén en la misma canasta", dijo durante su audición radial. "Renunciar así como así a hacer convenios con Europa en un cierto grado de complementariedad económica sería un error mayúsculo", añadió.
Las conversaciones sobre el TLC Mercosur-Europa comenzaron en 1999 y apuntan a un acuerdo amplio de cooperación, diálogo político y liberalización comercial. Sin embargo fueron suspendidas en 2004 ante la falta de avances y retomadas en mayo de 2010 en Madrid. Desde entonces, las dos partes han celebrado nueve rondas de negociación centradas en reglas comerciales, pero sin entrar en la cuestión del acceso a los mercados.
La dificultad en el intercambio de ofertas se debe a que el Mercosur exige una mayor apertura de la UE para sus productos agrícolas y los europeos quieren un mayor acceso en Sudamérica para sus productos industriales.
La industria brasileña, que pasa por un momento de bajo crecimiento, reclamó al gobierno que buscara acuerdos comerciales con grandes regiones y países del mundo para evitar el aislamiento.
"Los socios de Brasil en América Latina, Chile, Colombia, México y Perú, que suman 35% del PIB latinoamericano y 3% del comercio mundial, se unieron recientemente en la Alianza del Pacífico", recordó la Confederación Nacional de la Industria (CNI). "Necesitamos librarnos de esa camisa de fuerza (el Mercosur), pues no vamos a concluir ningún acuerdo teniendo a Argentina y Venezuela como socios", dijo Roberto Gianetti da Fonseca, de la Federación de Industrias de San Pablo al diario O Estado.
La petición de Uruguay para sumarse como observador a la Alianza del Pacífico, fue por sus socios del Mercosur durante la cumbre del mes pasado en Montevideo, cuando la presidenta argentina Cristina Fernández de Kirchner pidió "no dejarse llevar por cantos de sirena" que solo pretenden romper la "unidad" del bloque comercial.