Tiene por objetivo compensar las fuerzas convencionales de los países mayormente armados, como el "enemigo histórico", Israel. Los informes detallan la disponibilidad de entre 500 y 1.000 toneladas cúbicas de "agresivos químicos", cuya producción fue llevada a cabo en forma descentralizada por empresas de varios países.
En caso de "máximo empeño", el esfuerzo productivo de armas químicas puede alcanzar a "pocos cientos de toneladas anuales". Cuatro son los sitios de producción con los que Siria puede contar: uno en el norte de Damasco, otro cerca de Homs, uno en Hama y otro cerca de Cerin.
El escenario surge de un reciente análisis de Rid, Revista Italiana de Defensa, que advierte que definir con exactitud el tipo y la calidad del arsenal químico sirio no es simple debido a que las noticias ciertas y verificables escasean. El país es impenetrable al control internacional, precisa.
La calidad y cantidad de la dotación química siria se deduce, por lo tanto, de la actitud de Damasco con relación a la adhesióna los protocolos internacionales.
Si bien forma parte desde 1968 del Protocolo de Ginebra, que prohíbe como recurso el uso de armas químicas, Siria jamás firmó el Chemichal Weapons Convention (CWC). Además, implícitamente, Damasco admitió una cierta disponibilidad de arsenal químico al negarse durante años a considerar cualquier propuesta de inspección o de desarme por parte de la Organization for the Prohibition of Chemical Weapons (OPCW,); es decir, el ente internacional que se ocupa de la implementación del CWC. Supeditó su consideración a que Israel admitiera la posesión de sus propias armas nucleares.
Por otra parte, la amenaza de parte del régimen de Al Assad a emplear munición química contra eventuales fuerzas de una intervención externa -la que aseguró que no ocurriría sobre el propio pueblo- es considerada una admisión adicional de que dispone de tales armas.
El salto de calidad en el arsenal químico sirio, dijo la Rid, ocurrió entre los años 80 y comienzos de los 90, y enseguida tuvo otra redimensión. En esto último fue crucial la cooperación entre Damasco e Irán a mediados de los años 2000, que "permitió la puesta en práctica de establecimientos más eficientes" para el desarrollo de agentes químicos.
Esos cuatro establecimientos productivos están diseminados en pequeñas estructuras en amplias áreas, para reducir la vulnerabilidad en caso de ataques aéreos. Los sitios de almacenamiento, en cambio, se encuentran en Homs, Latakia, Palmyra, Hama y al-Safira, cerca de Aleppo. En su análisis, la Revista Italiana de Defensa tiende a concluir que son entre 50 y 100 las cabezas de misiles balísticos con carga química que posee el régimen de Damasco.
Según comunicados oficiales del Free Syrian Amy, agresivos químicos fueron empleados por Siria en al menos 18 oportunidades en combates sobre Damasco, Idlib, Homs y Hama, sin que ningún organismo internacional pudiera confirmar esos episodios.